seis

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Yashiro miraba a la nada, y el ahora rey de negro la abrazaba esperando a que ella accediera a quedarse.

"No lo conoces... El es capaz de cualquier cosa..."fue lo único que dijo.

"Viniste con algún personal de tu servidumbre ¿No?"consulto levantándose y parándose frente a ella.

"Así es"respondió.

Amane se arrodilló frente a ella, acostó su cabeza en su regazo mientras la abrazaba de la cintura, y nene acariciaba sus cabellos negros.

El cuarto era pequeño, ya que no era la habitación del rey, fue una totalmente al azar.

Amane abrió la ventana para que entre algo de aire, nene se tumbó en la cama pensando.

Amane se aproximo a ella, se puso en frente de ella. Levantó su pierna hasta su mejilla cuando sintió unos gruesos tobillos, los cuales mordió con dulzura.

El vestido de nene se había levantado un poco por la acción de este. Y mientras las nubes asían un excelente trabajo ocultando la luna, abrió sus piernas y se poso entre ellas.

Se quitó los guantes.

Poso una de sus fuertes manos en su espalda levantando la misma para besar y morder su cuello.




Llegó la mañana, los rayos de sol impactaron en la cara del rey, y este abrió los ojos.

Pasan algunos segundos cuando siente algo cálido en su pecho, baja la mirada para ver una mano en su desnudo torso.

Giro su vista a la derecha para encontrarse con una nene dormida junto a el.

Amane recuerda todo lo que pasó esa noche, posiciona una de sus manos en el hombro de la mujer, abrazandola mientras que su otro brazo descansaba en su nuca.

La ventana quedó abierta, y el aire entraba y salía.

Para cuando nene despertó su cubrió con la manta y se sentó en la cama. Amane hizo lo mismo pensando que lo que le diría sería algo malo.

"Nunca... Se lo digas a nadie"

Amane sonrió maliciosamente.




Cuando nene llegó a su castillo y entro a su cuarto vio a su marido sentado en su cama esperándola.

"Mejor vete, tengo cosas que hacer"

El se aproximo a ella peligrosamente, agarró fuertemente sus muñecas y la hizo arrodillarse.

"No digas que no te lo adverti"

La servidumbre que la acompaño estaba presente. Junto a unos mayordomos.

Su marido la arrastro hasta la chimenea que tenía, y forzó a meter sus manos en el fuego.

Ella gritaba, por qué literalmente sus manos estaban siendo quemadas.

Todos los presentes estaban nerviosos y sorprendidos por tal acto. Por hacerle eso a quien es su esposa.

El Rey De Negro #1 || hananene/AmaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora