... guardamos secretos

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KIM NAMJOON
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Namjoon cruzó el portón de metal ignorando las cartas del buzón. La estancia olía a humedad y a tabaco. Abrió un poco las ventanas aunque juraba haberlo hecho antes de irse. Se apresuró para ayudar a su madre en la diminuta cocina. Pasó de saludar a su tío y, como esperaba, su prima no figuraba en la casa. Namjoon muy rara vez volvía para comer con su familia. Esta era una de esas raras excepciones. Sería un día muy largo. Ya lo podía presentir.

-- Tae me mencionó que estás saliendo con una chica... -- comentó su mamá cuando estaban terminando la comida.

-- Uhm, sí... Algo así -- respondió seco, como si no le importara que ese tema hubiera salido a la luz. Comenzó a rasguñar un poco los bordes de una herida reciente en su mano. Trató de no condenar a Taehyung ni a su mamá. Ninguno tenía malas intenciones. Él había decidido mentirles.

Su tío interrumpió, tras secar la petaca que llevaba en mano y dejarla en la mesa. Usó la voz fuerte y ronca que lo caracterizaba. Esa con la que varias veces había llamado inútil a Namjoon cuando lo encontraba leyendo o estudiando. Años atrás, de niño, Namjoon le tenía mucho miedo. Ahora lidiaba con una bronca y un asco al verlo, que le costaba trabajo ocultar.

-- No seas marica. Hazlo bien o no lo hagas, ¿eh?

-- Es complicado -- dijo, fingiendo, para mantenerse sereno, que sólo estaba hablando con su madre.

-- Oh, el amor no debería ser complicado -- comentó la mujer con un tono suave.

Namjoon le regaló una sonrisa forzada. Le habría gustado que fuera sincera. Le habría gustado tener nueve años otra vez y creer todas las cosas lindas que su madre decía. Pero ya había aceptado que muchas cosas no deberían ser como eran... No ganaba nada pensando en utopías.

-- Déjala, entonces. Antes de que te deje a ti. Las mujeres son como sanguijuelas -- expuso su tío, escaneándo a Namjoon con una mirada que lo hizo sentir desagradable -- No eres guapo ni tienes dinero ¿qué está obteniendo de ti? ¿Tu sangre? -- dijo antes de volverse a reír como si hubiera dicho la broma del siglo.

Vio a su mamá algo incómoda, como queriendo decir algo y decidió fingir que le había hecho gracia. Sabía que era mejor, para todos, no disgustar a ese hombre para nada. Sobre todo, no quería que su madre tuviera que preocuparse por algo tan tonto como los sentimientos de su hijo. Lo mejor sería armar la narrativa de que había terminado con su novia, en algunas semanas.

-- ¿Y qué tal la escuela? -- preguntó la mujer en un tono bajito cuando retiraron la mesa y estaban prácticamente solos.

Namjoon le sonrió y le contó lo último de lo que le había platicado Jin, traspolando las materias de Medicina por las cátedras qué, había leído, llevaría en Letras, de haberse matriculado de verdad.

-- Me alegra tanto que puedas seguir estudiando, mi hijo -- festejó, guardando los platos que acababan de fregar.

Para ella, ese era un secreto del que estaba orgullosa, porque al hermano de su esposo no le gustaba la idea. Enfrentarlo no era posible sin que los dejara en la calle. Para Namjoon, era la tapadera perfecta para el segundo empleo que había tomado para que las deudas que había dejado su padre no terminaran de ahogarlos a los dos. Se repetía a sí mismo que valía la pena cuando veía a su mamá tan tranquila y feliz. Aunque fuera a base de mentiras.

Caminó con ella hasta el tren que la llevaba a su trabajo y se quedó un rato ahí, antes de correr de vuelta. Si se daba prisa, alcanzaba a acompañar a Tae al hospital. Hacia semanas que sus horarios no se lo permitían. Estaba seguro que tendría mucho que contarle. Taehyung siempre lograba reponer su ánimo. No sólo porque era un muchacho peculiar y usualmente estaba muy animado, sino porque era quizá su razón principal para quedarse en esa cuidad.

Y, mientras tanto, pienso en ti  [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora