40. Un Desfile Inesperado

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El fiscal y el comisario solicitaron ayuda con la búsqueda del huérfano o huérfana que faltaba para la condena de Eduardo, mientras ellos se aseguraban que no se les escapara Leonardo.

Sin embargo, no tenían manera de saber más si acaso los imputados tenían otros medios de sacar dinero.

Leonardo ya le había arrancado un ojo a un oficial novato. Su abogado defensor alegó al juez que estaba siendo hostigado y torturado. Indicó que el incidente con el novato se debió a que no paraban de humillarlo, y Leonardo se las ingenió para tener heridas sobre su cuerpo como cortes, quemaduras de cigarro, golpes que parecían puñetazos y patadas.

Los oficiales no sabían en qué momento se había autoinfligido tales lesiones, y su abogado solicitaba un diagnóstico de su salud mental.

— ¡te lo dije ese desgraciado está tramando algo! — dijo el comisario

— no será capaz de fingir que está loco — aseguro el fiscal

— no menosprecies sus capacidades, te aseguro que desde que está en esa celda está fingiendo todo el tiempo.

— ¿y las cámaras? — preguntó el fiscal

— el día que le arrancó el ojo se ven claramente cómo los oficiales se reían mientras que Leonardo estaba tranquilamente acostado. Hasta que se puso en pie, pero no se ven gestos agresivos. Solo cuando el novato se acercó más de la cuenta, diciéndole algo, es que Leonardo reaccionó. Con eso solo se comprueba que los oficiales estaban abusando de su poder hostigando mentalmente al reo. Y por la forma en que reaccionó él, claro que pueden pensar que no está bien de la cabeza. — dijo el comisario

—¡el muy desgraciado quiere declararse inimputable! Debe planear comportarse como un angelito en el sanatorio, para que la vigilancia baje la guardia. — dijo el fiscal

— Otra vez esto se nos está yendo de las manos. ¡Maldita sea como odio eso!, hemos gastado tanto tiempo investigando en los miles de papeles que tenía Julián para que el muy infeliz se largue a un maldito sanatorio. ¡¡Mierda de vida!! — dijo completamente ofuscado el comisario, como jamás se lo había visto maldecir.

— ¿quién está pagando el abogado de Leonardo? — preguntó el fiscal

— Creo que sus dos primas, en caso de emergencia él las tenía autorizadas a administrar sus bienes — responde el comisario

— pero ¿por qué no se le bloquearon todas sus cuentas como pasó con Amaro? — se preguntó el fiscal

— Leonardo en este caso tiene derecho a su legítima defensa y sus temas no son económicos por lo tanto seguramente el juez no determinó que fuera necesario "cerrar el grifo". — suspiró el comisario

— Dame el nombre de esas dos primas, voy a incluirlas en mi lista de sospechosas. Sí tanta confianza les tiene para dejarle administrar sus bienes, puede que sepan de más cosas de Leonardo. Por ejemplo, negocios ocultos que le estén dando capital para casos como este. Huir de la justicia. Que es lo que seguramente tiene planeado. — concluyó el fiscal

El comisario estaba de acuerdo, solo que entre tantos montes de informes y evidencia que analizar estas dos jóvenes las había pasado por alto. Pronto buscó sus fotografías y las incluyó en la pizarra. Como aliadas de Leonardo, más arriba incluso que la foto de Julián.

El comisario llamó a uno de sus oficiales subordinados.

—Estas son Estefanía Y Manuela Santibáñez, primas de Leonardo. Quiero un informe con todo lo que encuentres de ellas. Busca hasta su talla de ropa. ¿entendido?

—Si señor, de inmediato comienzo con eso. — responde el oficial

Y llegó el día en que se presentaría la colección de las hermanas Beltrán.

Enemiga del CEOWhere stories live. Discover now