Cap. 3 - ¿En qué piensas?

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Amelia se dirigía a casa de Luisita. Habían quedado como intentaban hacer cada sábado por la tarde, cuando Luna se iba con Manolita y Marcelino a comprar para la tradicional comida de los domingos.

La morena estaba nerviosa, esa semana había recibido un mensaje de la rubia, que la descolocó un poco. Intentó que le adelantara algo, pero se negaba.

- ¿Qué ocurre? - preguntó Amelia nada más entrar por la puerta de casa de Luisita.

- Hola a ti también, Amelia... - contestó risueña la rubia.

- Hola peque. - dijo la de rizos dejándole un beso en la mejilla a Luisita - Perdona, llevo toda la semana nerviosa, queriendo saber lo que me quieres contar...

- No te preocupes, que tampoco es para tanto... o eso creo yo, vaya... - intentó tranquilizarla Luisita.

Mientras se ponían al día brevemente, fueron preparando el salón como solían hacerlo. Comida para ir picoteando, y cervezas.

- Vale, dispara... creo que estoy preparada. - dijo la morena.

- Mi madre sospecha que ha pasado algo entre tú y yo. - soltó de golpe Luisita.

- Pero... - intentó decir Amelia.

- Luna me preguntó la historia de su nombre. - la interrumpió la rubia.

Amelia se quedó callada, con la boca abierta, y sin saber como reaccionar.

- Vamos por partes... - dijo la morena al cabo de unos segundos - Tu madre. ¿Le has contado algo?

- Amelia, prometimos que todo lo que fuéramos a contar, primero lo hablaríamos tú y yo a solas, y luego juntas, lo explicaríamos. - dijo Luisita acercándose a Amelia y ofreciéndole la mano para que la agarrara.

- ¿Entonces? - preguntó confusa, agarrándole con fuerza la mano.

- Entonces, mi madre es muy lista y sabe leer entre las líneas que durante todo este tiempo tú y yo hemos intentado ocultar... - explicó la rubia.

Se quedaron calladas, mirándose con miedo en los ojos, pero una sonrisa tranquilizadora en la boca.

- No preguntó a malas, si es eso lo que te preocupa... - intentó tranquilizarla Luisita - Tan solo preguntó, textualmente "¿Amelia y tú habéis tenido o tenéis una relación?"

- ¿Y tú qué le contestaste? - preguntó Amelia.

- Que es algo que nos incumbe a ambas, y que solo con el permiso de la otra, podemos responder a esa pregunta, pero que ahora mismo solo somos amigas, y nada más. - dijo segura de ello Luisita, o eso creía ella.

- Está bien...

Amelia empezó a tener inseguridades, y sin quererlo, se las empezó a mostrar a Luisita.

- Amelia, mi amor... - Luisita llamó su atención - No te preocupes por nada. Ya sabes como es mi madre, que pregunta mucho, hace muchas deducciones, y hay veces que acierta, es cierto, pero también hay otras que se equivoca... - añadió buscando su mirada, que ahora la tenía en otra parte del salón.

- Pero Luisi, ¿y si tu madre no se equivoca? - preguntó Amelia con esa inseguridad que poco a poco le invadía cada vez más - ¿Y si tiene razón?

- ¿Qué quieres decir, Amelia? - preguntó desconcertada Luisita.

Amelia se acomodó en el sofá, sin soltar el agarre, y sin perder el contacto visual con Luisita. Estaba en su lugar seguro, y así se lo hacía saber, tanto a ella misma como a la rubia.

- Luisita, creo que va siendo hora de ser sinceras con nosotras mismas, y entre nosotras. Tenemos un pasado en común, una parte que la gente conoce, y otra que solo tú y yo somos conscientes de ello. - empezó Amelia - Y como la parte racional de nosotras dos, lo soy yo, quiero ser la primera en hablar.

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