Capítulo 3

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Treinta minutos más tarde, Madison había intercambiado palabras con el detective. Un joven oficial entró y le entregó los datos de ambos. El hombre leyó con atención y mantuvo su expresión seria.

-Bien, Josh. Eres una marioneta más de Ferris -apuntó mirando con seriedad los papeles. -Puedes irte, pero pasarás la noche aquí. Me ayudarás a llegar a él.

-Eso no es justo.

-En esta vida nada lo es. -Sonriendo le hizo señas a otro oficial que llevó al hombre sacándolo de esa habitación. Continuó observando los papeles con la misma expresión, su frente arrugada y los pies moviéndose en el suelo. Madison estudiaba cada detalle.

-¿Puedo saber qué es lo que lee? Nunca he estado detenida, no creo que tenga nada ahí para ensuciarme.

-¿Ensuciarla? -cuestionó alzando una ceja- ¿Qué clase de policía cree que soy?

-He estado casi dos horas y media en vano y perdiendo tiempo por un idiota con placa que solo se dedicó a menospreciarme, en lugar de escucharme. Dígame usted cómo me debe ría sentir sobre eso.

El hombre estudió sus palabras en silencio, de una extraña manera su mirada intimidaba a Madison. No comprendía qué era lo que le transmitía y se sentía impaciente. Sentía que le podía leer la mente.

-Me disculpo por el detective Nolan. En todos los años que lleva en este trabajo se ha vuelto una persona difícil y también acaba de subir de puesto. Lo que lo hace que le falte algo de experiencia -dijo con serenidad. Su amabilidad la abrumó de repente-. Pero entiendo que no la ha dejado ir porque no pudo encontrar nada sobre usted. Es extraño que se encuentre en un bar donde el dueño es uno de los hombres más mafiosos y traficantes de esta ciudad.

-Eso no lo sabía -cruzó sus brazos ahora más relajada. Ocultando su verdad a la perfección. Solo que se encontraba frente a un hombre que sabía estudiar a las personas.

-No lo sabía...

-No. Una amiga me ha invitado, he ido con la idea de divertirme, pero resultó todo lo contrario.

El hombre soltó los papeles sobre la mesa y se puso de pie. Al mirar los papeles, veía sus datos personales. Se asombró que incluso decía de su pueblo donde había nacido.

El detective dio unos pasos adelante, rodeando la mesa, apoyando su cuerpo en esta y se inclinó a centímetros de su rostro, mirando fijamente a sus ojos. Madison se echó hacia atrás por inercia, sintió los nervios, pero logró ocultarlos.

-Dígame una cosa señorita, llevo en este trabajo casi toda una vida, ¿piensa que no sé cuándo alguien me oculta algo? Su cuerpo reaccionó, su respiración se aceleró. Con solo una mirada se sentía descubierta, sin escape. El poder que generaba a través de esos ojos oscuros misteriosos le transmitía curiosidad y desconcierto.

-Solo soy una mujer común, ahí lo ha visto.

-Yo sé que no lo es.

-¿Acaso es adivinador?

-No juegue conmigo.

-Usted no juegue conmigo, deje de buscar algo en que culparme y ocúpese mejor de su verdadero trabajo.

-¿Continuará juzgando mi modo de trabajar?

-No es necesario, lo hace usted solo. Mientras se encuentra aquí perdiendo el tiempo y haciéndome perder el mío también. Otra persona inocente lo está necesitando en este mismo momento. Pero como siempre, todo el mundo está al revés y la justicia sigue siendo invisible.

El odio se reflejó en sus ojos grisáceos, entonces él pudo ver que sus palabras las decía con pura verdad. Se sintió un poco abrumado ante esa fuerte acusación, pero en el fondo, sabía también que no podía decir que no estaba de acuerdo. De alguna forma se quitó algunas dudas.

-Puedo entender que no esté a favor de la justicia.

-De la justicia sí, no de quienes dicen cumplirla.

-Es extraño, ya que trabaja en un bufete de abogados.

-¿Quiere hacer alguna acusación?

-¿Piensa que los abogados también hacen su trabajo correctamente?

Su mirada era desafiante, eso la hizo sentir poderosa. Él tenía aún más curiosidad hacia ella.

Un estruendo interrumpió el momento, cortando la filosa conexión de miradas. Enseguida entró uno de los oficiales. -Señor, el sargento está en la línea.

-Dígale que en cinco minutos le devuelvo la llamada. El joven asintió y desapareció con rapidez.

-Señorita Hunter, ya puede irse. Lamentamos que haya tenido que estar tanto tiempo aquí.

Madison lo observó absorta, se puso de pie de un salto.
-No tema que no presentare cargos, no soy de esa manera.

-No será necesario, sé que no me ha dicho toda esta noche. Como también sé que volveremos a encontrarnos. Intente evitar los bares, por favor.

Lo miró con molestia ante su ironía y caminó veloz sin mirar atrás. Todo el camino de regreso se maldecía por haber fallado en su misión.

(...)

Llegando a su casa, se quitó la ropa y se metió en la ducha. Solo tenía un par de horas para poder descansar, cuando terminaba de secar su cabello descubrió que Mark ya no se encontraba en la cama. Soltó un suspiro agotador, con la camiseta que llevaba se acostó, pero no conseguía cerrar sus ojos. Lo logró sin notarlo minutos después, donde se encontró con un calor repentino. Su cuerpo se movía sin poder tener el propio control, sentía una humedad en cada extremo que no comprendía, pero disfrutaba. Tardó en descubrir que unos besos recorrían su cuerpo. Subían y bajaban en cada rincón, las piernas, brazos, estómago, pechos y cuello. Su respiración se aceleró, sentía oleadas que la llevaban hacia el mismo cielo y regresaba con jadeos ardientes. Su cuerpo se encontraba transpirado y su piel caliente pedía por más. Entre sus piernas se sentía demasiado placer, se estiró sobre el colchón de la cama, encorvando su cuerpo ante los besos tan apresurados y mordidas fogosas. Sonreía y dejaba que sus movimientos actúen solos. Sentía estar en el paraíso, los besos subieron cerca de su boca, buscó en desespero y unos carnosos labios la dejaron sin aire, luego miró a sus ojos marrones oscuros y el mismo asombro hizo que diera un salto en la cama despertando de su profundo sueño. Realmente se encontraba con sudor, no podía creer lo que acababa de soñar, precisamente con el detective Morales. El mismo que hace horas atrás la mantenía encerrada e interrogándola. Ese atractivo hombre se atrevió a entrar en sus sueños. ¿Había tenido un sueño sexual con un extraño? ¿Qué le sucedía? Ignorando las llamadas a su teléfono corrió a la ducha para refrescarse una vez más.
Aun aturdida ante la extraña experiencia, viajó hasta su trabajo sabiendo que debía rendirle cuentas a Mark.

Su compañera se encontraba preparando café, la abordó haciendo que se sobresalte y por poco tira el líquido en el suelo.
-Por Dios, Madi. ¿Quieres matarme? -Sus ojos se abrieron bien grandes del susto.

-Lo siento, Mimi. Debo hacerte una pregunta.

-Si te acercas de esa manera, entonces debo preocuparme. -Volvió a llenar su taza de café- Solo dilo, cariño. Los empleados iban y venían, sumergidos en sus propios trabajos. Sin tener noción de lo que sucedía a su alrededor.

-¿Has visto alguna noticia de último minuto? ¿Algo que te haya llamado la atención?

La mujer rubia, llevó sus ojos hacia ella confundida. -¿Qué has hecho?

-Nada, solo necesito que me asegures que Mark no se ha enterado de nada extraño.

-No sé en qué te has metido, pero Mark solo ha estado ocupado con un caso.

Madison sintió un gran alivio. Respiró con tranquilidad mientras su compañera la miraba extraño.

-Gracias, ahora podré seguir con mi trabajo.

Dio unos pasos, pero se detuvo al ver una figura aparecer, caminando con decisión hasta ella. Sus pasos firmes, la seguridad desbordaba por cada extremo de su rostro. No pudo ver sus ojos ya que llevaba unos lentes de sol. Pero se detuvo en sus labios gruesos. Era el detective Morales.

-No puede ser... -murmuró, congelada en su lugar.

Caminando Entre Sombras © AMAZON/KDPHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin