Capítulo 5

13 6 1
                                    

El automóvil avanzó con velocidad por las calles húmedas de la ciudad. Madison contenía el temor. La curiosidad y la ansiedad eran mucho más fuertes. Necesitaba tener una nueva pista, su hermana no podía estar muerta. No quería aceptarlo, algo dentro suyo le decía que estaba con vida. Lo esencial era saber dónde se encontraba.

Bajó y caminó con precaución, a esa hora de la tarde no se veían muchas personas a su alrededor. Había decidido ir a otro de los bares de Ferris luego de descubrir que era un mafioso y estafador, dueño de cuatro bares en esa ciudad. No comprendía el poder que tenía para continuar con eso sin ser detenido, pero ese era el punto cuando se refería a la injusticia. Por eso aprovechaba su blog de Atenea para decir la verdad. Los co rruptos siempre ganan, nunca reciben justicia.

Siguió sus pasos a la puerta trasera mirando la cerradura que parecía fácil de abrir. Miró a ambos lados. Un contenedor de basura estaba cerca. Se acercó y buscó algo que le sirviera. Sintió alivio al sentir un fierro de metal. No solo podía abrir la puerta con eso, también le era de ayuda por si alguien la atacaba.
Con solo unos movimientos la cerradura se abrió, pero no por completo. Maldijo otra vez virando los ojos, y se alejó unos centímetros para darle una fuerte patada, abriéndola de par en par.

Todo estaba oscuro, había investigado los horarios y las personas que trabajaban allí, no había nadie ya que la última vez, los policías entraron para clausurar y cerrar todo. "Al menos para eso habían sido de ayuda", pensó.
El silencio la aturdió, sentía un aire frío y estremecedor. Su intuición nunca le fallaba, algo no estaba bien. Aferró con fuerza el fierro en sus manos y avanzó unos pasos más, llegando a ver frente a sus ojos la pista de baile. Buscó por donde estaría el sitio de cámaras y cada habitación que le fuese de ayuda. Ferris era muy bueno en no dejar pistas, si algo se le escapaba era solo porque sus nuevos trabajadores eran torpes.

Para su mala suerte, no logró encontrar nada. La impotencia crecía dentro suyo, algo debía encontrar. Rápido se apresuró hasta el último cuarto donde pensaba que era la habitación que buscaba, pero su cuerpo se quedó congelado en un segundo. Su respiración se aceleró, escuchando unos pequeños pasos a centímetros de ella. Giró en alerta, con su mano en el aire, una figura frente suyo se encontraba con un arma en su mano, apuntándole. Su imagen le resultó repugnante.

—Hola cariño, ¿te encuentras perdida? —sonrió mostrando sus dientes podridos, su cuerpo esbelto y sus brazos poco marcados le hicieron notar que no sería un oponente difícil.

—¿Quién eres? —cuestionó dispuesta a defenderse en cualquier momento.

—Esa pregunta la debería hacer yo, ¿no crees?

—Dime quién eres, no volveré a preguntar.

—¿Acaso debo temer? —bufó—. Te encuentras en un sitio que no deberías estar. ¿Te ha enviado la policía?

—Eso no debería importarte. Dime si conoces a Ferris.

—Qué curioso, esa pregunta me la hacen todo el tiempo. —continuaba burlándose, sus ojos se veían con determinación.

—Tu rostro me resulta familiar. Aunque debe ser imposible.

—¿Por qué? —De repente la esperanza la envolvió— ¿A qué te refieres?

—Oh, no. No te lo diré. Dime una cosa, ¿piensas que me ganarás con esa cosa que tienes? mi bala será mucho más rápida.

—Tú sabes algo, habla ahora mismo.

—¿Por qué lo haría? —Volvió a reír—. Cariño, deja de jugar. No es lugar para ti. A no ser que quieras trabajar con las demás zorras de aquí.

Caminando Entre Sombras © AMAZON/KDPWhere stories live. Discover now