Capítulo 30

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El despertador de Shuhua la sacó de su sueño aquella mañana de jueves. Shuhua se frotó los ojos, intentando acomodarse a la luz que entraba por la ventana. Se giró hacia la ventana y comprovó que Soojin ya no estaba en la habitación. Suspiró, como las mañanas anteriores de esa semana, y se levantó para empezar un nuevo día. Una vez de pie, empezó a desperezarse, como solía hacer muchas mañana. No obstante, de su garganta no salió ningún sonido. Eso produjo confusión en Shuhua, pero terror al instante siguiente. Shuhua solo podía pasar en que aquello no era posible que le estuviera pasando en ese momento. 

Por ello, sin pensar en cambiarse el pijama por cualquier otra ropa que tuviera en el armario, salió corriendo de su habitación. Cruzó la desierta plaza central del complejo en dirección hacia el edificio de clases lo más rápido que le permitían las piernas. Ni siquiera pensó en si era demasiado pronto para que sus profesoras se encontraran allí tan temprano. Sólo tenía el objetivo de encontrar a su directora y poner solución a lo que le estaba pasando. 

Subió corriendo las escaleras hasta la última planta del edificio con la misma prisa que llevaba y la encontró vacía. Se detuvo unos segundos, para recuperar el aliento y miró adelante. En la última oficina, sin embargo, distinguió a dos personas, por lo que se dirigió a ellas, casi sin aliento, pero con toda la fuerza que podía sacar de su interior. Mientras se acercaba, pudo ver como se trataba de Irene y Seulgi, quienes se reían con sendas sonrisas en sus rostros. Estaban muy juntas, pero Shuhua no se fijó demasiado en ese detalle cuando abrió la puerta transparente con prisas y casi sin aire en sus pulmones. Las dos mujeres, quienes habían estado demasiado metidas en su mundo para darse cuenta de que alguien más estaba allí, se sorprendieron al ver a Shuhua. Seulgi dio un salto hacia atrás, golpeándose con un armario a su espalda y Irene se llevó una mano al pecho, asustada.

- Por dios, Shuhua. ¿Qué susto nos has dado? - la directora, que había cerrado un momento los ojos, lo volvió a abrir, encontrándose a Shuhua completamente agotada frente a sí misma. - ¿Qué pasa, Shuhua? ¿A qué viene venir de esa manera hasta aquí tan pronto por la mañana?

Shuhua se tocaba la garganta, mientras intentaba decir algo. No obstante, pequeños sonidos ininteligibles podían salir de su boca. Aquello hizo que las dos profesoras abrieran los ojos como platos instantáneamente. Seulgi dio un par de pasos hacia ella.

- Shuhua, por favor. Dime que no estás sin voz.

El rostro desolado de Shuhua fue lo único que necesitó la profesora de baile para obtener una respuesta.

- Ay, dios mío.

Seulgi se sentó algo dramáticamente en una de las sillas frente al escritorio de Irene con el rostro completamente desencajado, no creyéndose la situación. Shuhua se puso más triste todavía ante la reacción de su profesora. Irene se dio cuenta de esto y tuvo que intervenir para mejorar la situación.

- Shuhua. - se acercó un par de pasos a ella y la tomó de los hombros. - No pasa nada. Todo tiene solución en esta vida. - pasó un brazo por su hombro y se giró para mirar hacia su escritorio. - Siéntate. - dijo, apuntando hacia la silla contigua a Seulgi.

Shuhua le hizo caso. Mientras tanto, Irene le intentaba decir a Seulgi, sin palabras, que esa no era la manera de actuar ante esa delicada sensación. La directora dio la vuelta al escritorio para sentarse en su silla, acercándola todo lo que le era posible a la mesa del escritorio.

- A ver, esto no puede haber ocurrido de la noche a la mañana. Debe haber una razón para que, de repente, te levantes sin voz. - Irene se pensó por unos segundos la pregunta que debía hacer a continuación y con qué tono para no molestar en exceso a Shuhua, pues comprendía que la chica debía encontrarse en una situación muy complicada en ese momento. - Shuhua, ¿crees que has hecho algo para que hayas perdido la voz tan de repente?

Listen - SOOSHUWhere stories live. Discover now