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Comer y beber bajo la luces de las velas que compiten con el fulgor iridiscente de una playa llena de chispas, no era ni por asomo, nada de lo que Jungkook alguna vez imaginó que viviría

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Comer y beber bajo la luces de las velas que compiten con el fulgor iridiscente de una playa llena de chispas, no era ni por asomo, nada de lo que Jungkook alguna vez imaginó que viviría. Y si a eso le suma el hecho de que se encuentra en ese paraje soñado, alejado de todo, junto al amor de su vida, bueno, pues, ni siquiera encuentra palabras para describir tal experiencia.

Jimin hacía girar el vino en su gran copa Burdeos, mojaba sus labios con los pequeños sorbos rojizos y mantenía su mirada a un horizonte muy lejano.
Jungkook no necesitaba que se lo dijera explícitamente para adivinar que esa mente no paraba ni un segundo y que aunque estaban literalmente en un paraíso terrenal, Jimin se encontraba preocupado, meditabundo y distante.

—¿Qué ocurre, Minnie?

La pregunta pareció sacar a Jimin de la burbuja introspectiva en que se hallaba.
Lo miró fijamente como tratando de encontrar una respuesta, recorriendo palmo a palmo el rostro de su hombre. JK pudo ver cómo Jimin regresaba del letargo y se conectaba con sus ojos.

—Jungkook ¿Te has preguntado alguna vez si te gustaría ser padre?

De todas las preguntas que él podría haber imaginado que Jimin le haría, esa no estaba en la lista. Acomodó sus renegridos mechones largos tras su oreja intentando no parecer sorprendido.

—Nunca me cuestioné ese tema, Jimin. ¿Por qué? ¿Tú sí?

—Jamás, hasta ahora. Pero, después de enterarme que el último deseo de mi padre es prolongar su linaje a través de un nieto… bueno no he podido evitar pensar en eso.

—Pero tu padre pretende algo más que prolongar su estirpe, Jimin. Desde mi punto de vista él necesita manipular todo a su alrededor, no importa los costos.

—Eso es verdad. Pero he pensado las opciones para priorizarme, priorizarte a ti en ese acto y a la vez, intentar llegar a un acuerdo con papá. Pero necesito saber tu postura frente a la posibilidad futura de que mi padre acepte mis términos y esto llegue a su fin de la manera menos dolorosa.

—No me asustes, Jimin. ¿Podrías explicarme algo más? ¿Qué tengo que ver yo en todo esto?

—Todo. ¿Aún no te has dado cuenta que eres mi todo, Jungkook?

Esa confesión lo llevó a sonreír y a Jimin besar su sonrisa con labios de vino.

—Pero no puedo permitirme hacer algo que te dañe o te lastime. Te amo, Koo, demasiado para que algo así ocurra, pero es ese amor el que me obligará a renunciar a ti si es que…

—¿Estás terminando conmigo?

Jungkook notablemente afectado por lo que estaba escuchando, lo interrumpió y su mirada de cachorro herido fue un puñal en el corazón de Jimin.
Recibió un beso dulce antes que la respuesta.

—No, Kookie. No estoy terminando contigo. ¿No escuchaste cuando dije que te amo demasiado?

—Sí, pero en la misma frase dijiste "renunciar a ti" y en el acto sentí que me faltaba el aire.

Jimin se movió para quedar muy cerquita, tomó la mano de su enorme chico tatuado y la llevó a su corazón.

—¿Lo sientes? Late por ti. Jamás haré nada que te dañe. Te lo prometí hace unos días y no romperé una promesa hecha a la única persona que amo más que a mí mismo.

Una tímida lágrima se escapó para rodar por las mejillas de Jungkook y Jimin la besó.

—Nada de lágrimas, mi amor. Déjame que te cuente. Le propondré algo a mi padre y esa propuesta cambiará mi vida. Y tú estás en mi vida, Jungkook, así que en consecuencia también cambiará la tuya. Por eso necesito saber lo que piensas para no pasar por encima de tus deseos. Pero quiero que sepas que eres libre de elegir acompañarme en esto o retirarte. Y eso implica que contarás con mi aprobación, tomes  la decisión que tomes, sin reproches ni reclamos de ningún tipo, te doy mi palabra.

—Cuéntame más. Quiero saber todo.

Jimin con sus hermosas manos, gesticulaba mostrando cómo las emociones enriquecían cada una de sus palabras. Moviéndolas al ritmo del tono bajo y profundo de su voz, Jungkook tuvo la sensación que las palabras tomaban fuerza, casi como si bailaran, y eso hacía que él se sumergiera en el relato como si cada frase fuera salida del pungi* de un encantador de serpiente.
Es que, cuando Jimin habla, el mundo se detiene. Jungkook se abstrae de lo que ocurre a su alrededor como si nada existiese más que él, su chico y el lenguaje de su cuerpo en manifestación.

Las fosforescentes luces del océano palidecen ante este Jimin radiante, decisivo y valiente.
Jk lo amaba sin filtros, sin medidas. Él podía intuir  que ellos estaban destinados a estar juntos desde el inicio de sus vida y lo corroboraba cada vez que sus corazones se unían y los latidos de ambos se sincronizaban.

Sus ojos grandes recorrieron el rostro del hombre que ama. Jimin dejó de hablar, las cartas estaban sobre la mesa, sus ojitos buscaban en los de Jungkook alguna reacción que le diera una pista sobre lo que JK sentía después de confesarle lo que le propondría a su padre.
El silencio fue brutal hasta que su sonrisa se acurrucó en la oscuridad y brilló más que el enorme mar de noctilucas y con total certeza, Jungkook confirmó:

—Hagámoslo.

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Glosario:

Pungi: también conocido como sido o murli, es un instrumento de viento tocado por encantadores de serpientes en el subcontinente Indio.




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