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Siendo las cinco de la mañana en un domingo cualquiera, algo me hizo despertar y no era lo mejor que se me podía presentar, en los pies de mi cama se sentaba mi padre, con una tenebrosa mirada.
—Padre, ¿qué hace aquí? —lo más rápido que pude me senté, agachando mi mirada.
—La verdadera pregunta es, ¿por qué estas tranquilo con todo esto? —solamente siento un golpe en la cara— ¿De un nueve a un ocho en las calificaciones? ¿Es lo único que puedes hacer? —no podía procesar todo con claridad y solamente me puse a leer las hojas que me había aventado en el rostro.
No estaba equivocado mi padre, mi rendimiento escolar a decaído de unos meses a la fecha, estoy intentando dar lo mejor de mi pero no hay progreso alguno.
—Lo siento padre, no es mi intensión, solamente que no me he sentido del todo bien —mi cuerpo dio un escalofrió cuando sentí que se acercaba a mi.
—¿No te has sentido bien? Pero si tienes todo, dinero, una casa, padres, alimento, ¿qué más quieres? —la primera abofeteada vino a mi haciéndome girar la cabeza— Parece que nunca sirven mis sermones y solamente entiendes a golpes —y así es como de estar tranquilamente durmiendo estaba recibiendo mil golpes a mi corta edad de seis años.
Y esto ha estado progresando hasta ahora que tengo dieciséis años, por esto mismo mi padre me ingreso en una preparatoria pública para que entendiera como era "vivir la vida", sin los privilegios de la familia.
Todo era extraño, las personas se reunían en grupo y, bueno, digamos que no era el mejor en el ámbito social, siempre estaba solo, así que solamente ingresé al salón que me integraron y me senté en la parte trasera justo a un lado de la ventana. Estaba tan perdido en mis pensamientos que un chico tuvo que salvarme de ellos ya que casi empezaban las clases.
—¿Por qué estas aquí tan solo? —un chico de vibra alegre se acerco a mi.
—Bueno, no sé como convivir con la gente —miraba al suelo.
—Pero si en la escuela es lo más fácil —jaló una silla para estar a un lado de mi.
—Es que nunca había estado en una escuela, es mi primera vez —su rostro mostraba un poco de confusión.
—¿No estas bromeando? —negué— Entonces yo seré tu primer amigo de la escuela, me llamo Hinata Shoyo ¿tú cómo te llamas? —podría decir que su rostro emana muchísima luz.
—Me llamo Yamaguchi Tadashi —sin pensarlo me abrazo por mi cuello provocando que mi cuerpo se congelara.
—Ahora tendré que irme ya que empiezan las clases —se separo un poco—. Nos vemos en el recreo para comer juntos, ¿te parece? —asentí y observé como se iba a su asiento.
