‼Importante‼ Este capítulo será narrado por Tsukishima.
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Desde hace semanas conocía a Yamaguchi y, no es por decirlo pero estoy enamorado de él. Siempre lo supe pero al principio quería negarlo ya que no había sentido algo parecido con alguien, era único.
Aunque me he dado cuenta de algunas cosas, como el que casi siempre tenga un suéter cubriendo sus brazos, a pesar de que haya unos 35° grados. Un día que lo lastimaron en el club lo tome un poco por su muñeca y note el malestar.
—Oye mandarina —este día no había venido Yamaguchi ya que decía que tenía que a ver algunas cosas.
—¿Qué quieres Tsukishima? —se estaba colocando las rodilleras.
—¿Alguna vez has visto a Yamaguchi sin suéter? —negó con la cabeza.
—Solamente una vez, en clase de arte note que se alzó las mangas y unos moretones salieron a la luz —espero y no sea lo que pienso.
Ahora entendía un poco el porque no llegaba a quitárselo pero no éramos tan cercanos así que no podía llegar a preguntarle que si en su casa sufría algún tipo de violencia, así que tenía un plan.
Yamaguchi♡
Hola, veo que no viniste el día de hoy. Y te iba a comentar algo, ¿quieres salir el día de mañana conmigo? 16:26 PM
Déjame preguntarle a mi padre. 16:26 PM
Mi padre dijo que si querías venir a casa, ¿qué te parece? 16:45 PM
Claro, me gustaría mucho. Mañana nos vemos. 18:58 PM
Te mando la dirección... 18:59 PM
Estaba algo emocionado, no lo iba a negar pero sentía que el conocer a su padre algo iría mal. Ese día regrese a casa, alistando todas las cosas para el día de mañana y no me agarrara a la carrera alguna cosa.
Cuando por fin estaba en frente de una casa lujosa, por no decir que desbordaba a mares dinero, pensé que me había equivocado de hogar ya que él nunca menciono que venia de una familia adinerada.
—¡Tsukki! —¿Tsukki?— ¿Por qué estas ahí? Pasa —del portón salía un feliz Yamaguchi, por primera vez lo vi con ropa casual, aunque seguía cubriendo sus brazos.
—¡Hola! Lo siento, pensaba que me había equivocado de casa —pasé pidiendo permiso.
—Sí, lo siento, no le había dicho a nadie donde vivía —rascó su cabeza.
