02. La Estrella De La Muerte

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Las tres brujas con las que vivo, me van a volver loca

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Las tres brujas con las que vivo, me van a volver loca. En realidad, no son mala gente, y si estoy a solas con alguna, resultan incluso simpáticas. ¡A veces hasta parece que tienen sentimientos! Pero luego, se juntan, y empiezan a murmullar y a criticar a todo el mundo, con esos aires de superioridad tan absurdos, y entonces lo joden todo.

En el fondo, sé que me critican a mí también. No he salido de fiesta ni una vez desde que me instalé en la residencia, ni me han visto con chicos (cosa que probablemente nunca hagan), así que para ellas soy un bichillo raro, supongo. No es como que me importe, la verdad. Una de mis cualidades, es esa: me importa tres carajos lo que piensen de mí.

Y que nadie se confunda. Tengo mis problemillas de autoestima, mis traumas con la necesidad de que la gente apruebe lo que hago, la necesidad de que se sientan orgullosos de mí. Pero eso es cosa mía. Las críticas de mi cuerpo o mi personalidad, me resbalan.

¿Por qué estaba contando yo todo esto...? Ah, sí, las bichas a las que llamo compañeras de residencia; esas tres idiotas inmaduras han tenido la frialdad de despertarme de mi merecida siesta post estudio. Son Satanás, de verdad.

Me froto los ojos y me asomo desde arriba de la litera, viéndolas conversar hablando más alto de lo estrictamente necesario. Lo peor de todo es que las malditas son guapas y están buenas. Supongo que las más lindas, son las peores. Igual que eso que dicen de que los callados son los peores.

Miro mi teléfono para comprobar la hora y suspiro. Si quiero que me dé tiempo de hacer lo que quiero, tengo que salir ya, pero no me apetece. Aun así, hago un esfuerzo inhumano en levantarme y coger mis cosas para irme. Me peino con los dedos rápidamente y me acomodo la ropa, saliendo aprisa de la habitación. Al cerrar la puerta, alcanzo a oír un susurro de una de las víboras. "Sin pecho y con ropa ancha". Y risas que acompañan al comentario. Me sorprende el humor que tienen esas tres.

Bajo las escaleras y, al pasar por recepción muestro mi tarjeta identificativa, y así me dejan salir. Al ser menor de edad todavía, la residencia debe tener constancia de mis entradas y salidas, para que si no aparezco, llamen a mis padres. Aunque pueden estar tranquilos, no tengo planeado fugarme ni nada de eso.

Estoy caminando por la acera cuando recibo una llamada de mi madre, la cual respondo porque, bueno, es mi madre.

- Hola – saludo distraídamente. Mi mente está en otras cosas ahora mismo. – ¿Qué pasa?

- Hola, Alaia. No pasa nada. Sólo quería saber qué tal hoy.

- Ah... Pues bien – asiento mientras voy cruzando un paso de cebra. – Voy a hacer un recado.

- ¿Qué recado? – Pregunta, cotilla como siempre.

- Mañana es el cumple de Harry – en realidad fue ayer, pero lo celebra mañana, – y voy a comprarle un regalo.

No insiste mucho más en el tema, y me sigue preguntando cosas. Podría quejarme, pero hablar con ella me ha hecho más corto mi trayecto desde la residencia hasta la zona de tiendas más próxima. Me despido y cuelgo para entrar en la primera tienda, que es de ropa. Odio salir de compras cuando no es para mí, lo admito. Pero Harry es demasiado bueno conmigo, se merece el mejor de los regalos. Pero creo que en esta tienda no encontraré nada digno de él.

Al Loco Del Que Me Enamoré // Lando NorrisWhere stories live. Discover now