Enmu no peleaba. Él pensaba las cosas, planeaba todo cuidadosamente y luego actuaba de una manera impecable y controlada. Cuando Akaza se estrelló contra los vagones del tren y atravesó su cuerpo, otro grano de arena en los engranajes de su plan per...
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Era una sensación extraña, sentir el acero en su propio cuello.
El metal estaba frío contra su piel, provocando escalofríos incluso cuando la temperatura exterior era cálida, incluso cuando los rayos del sol acariciaban su cuerpo arrodillado.
Kyojuro respiró hondo y bajó su propia espada, arrancándose del sueño mientras su sangre se acumulaba en el suelo, sin ninguna duda que ralentizara su movimiento.
Tenía un deber y solo un deber, sin importar el dolor de las palabras de su padre o de la sonrisa feliz de su hermano mientras entrenaban juntos bajo el sol—
Soñar con una vida pacífica no era su deber.
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Se despertó en completo caos, la carcasa de metal del tren se había convertido en carne, los pasajeros estaban inconscientes y frágiles mientras dormían.
La vergüenza y la ira se arremolinaron en sus entrañas antes de que las calmara, concentrándose en lo que podía hacer ahora. Era inútil pensar en lo que había sucedido y cómo pudo haber evitado lo que sea que esto fuera, cuando nada se podía cambiar.
Desenvainó su espada y se preparó para una técnica de respiración, con la intención de infligir tanto daño como pudiera y llegar al primer vagón del tren para asegurarse de que todos estuvieran a salvo por ahora. No pasó mucho tiempo antes de que el joven Kamado lo mirara con los ojos muy abiertos cuando se detuvo frente a él y le contó el plan—proteger a los pasajeros. Decapitar al demonio, aunque fuera un tren o no.
"No importa qué forma asuma, siempre que sea un demonio, tiene una cabeza," le dijo con confianza, casi cara a cara con él. "¡Encuéntrala y córtala! ¡Muéstrame lo que puedes hacer!"
No tenía tiempo que perder, no con un rango tan amplio que supervisar, así que giró sobre sus talones y saltó hacia la parte trasera del tren. No tenía dudas de que el otro cazador sería capaz de encontrar el punto débil del demonio y acabar con él y el chico con la máscara de jabalí también ayudaría. Estaba menos seguro de dejar a algunos de los pasajeros bajo el cuidado de un demonio—pero la chica había mostrado una fuerte voluntad y ya había tomado el trabajo sobre sus hombros antes de que él despertara. También necesitaba su ayuda, la de ella y la del chico de amarillo. No importa qué tan rápido fuera, ocho vagones que proteger era mucho incluso para sus habilidades, especialmente cuando el demonio estaba en todas partes a la vez.
El tren se estremeció una vez más bajo el poder de su salto y cortó los pocos zarcillos de carne que se estaban reformando lentamente. La repentina transformación del demonio le dio un alcance increíble, pero también lo convirtió en un objetivo más fácil. Su velocidad de regeneración no era algo de lo que reírse, pero Kyojuro podía manejarlo.
