Drown in distress

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Akaza se despertó en una habitación vacía

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Akaza se despertó en una habitación vacía.

Se levantó de inmediato, el miedo y el pavor ya lo ahogaban. Pero el suelo debajo de él estaba hecho de tatamis y las paredes, aunque de madera, no le parecían nada familiar. Miró a su alrededor lentamente, completamente perdido—pero esta no era la Fortaleza Dimensional Infinita. No podía sentir el poder rodando por las paredes en ondas lentas, el sutil temblor de las habitaciones siendo reorganizadas. No podía sentir la presencia aplastante de Muzan, con sus ojos cargados de decepción y furia y su aura despiadada, tan despiadada.

Su cabeza daba vueltas—¿dónde estaba? ¿Qué había pasado? Sólo podía recordar a Douma, Douma y su voz repugnantemente dulce clamando amenazas a la luna y las estrellas. Burlándose de él. Provocándolo.

Había mordido el anzuelo.

Ya no había podido simplemente observar cómo Kyojuro adoptaba una postura tan perfecta, con su espíritu de lucha ardiendo. Había sido magnífico y había sentido celos ante la mera idea de que Douma, de todos los demonios, sería capaz de presenciarlo. No pudo evitar enfurecerse ante el mero pensamiento de hielo dominando el fuego y sofocándolo, de la vida abandonando las brasas brillantes que eran los ojos de Kyojuro.

Sin embargo, nunca había podido vencer a la Luna Superior 2 en una pelea—y esta vez no había sido diferente. No importa qué tan rápido fuera, el hielo solo tuvo que arrinconarlo una vez para llenar sus pulmones de escarcha, ralentizándolo todo hasta que Douma pudo arrancarle una extremidad y asegurarse de que la herida nunca sanaría. Nunca había tenido sentido destrozar el cuerpo del otro demonio cuando su regeneración era superior a la suya, pero Akaza nunca había sido alguien que se echara atrás en una pelea.

Sólo recordaba la mano fría en su garganta, la oscuridad arrastrándose en los bordes de su visión y el miedo profundo y desenfrenado de ser devuelto a los pies de su amo. Se negaba a ser encadenado nuevamente cuando pudo saborear la libertad, se negaba a seguir siendo una parodia de sí mismo y decepcionar a los fantasmas de su pasado—

Padre. Keizo. Koyuki. Koyuki. Koyuki.

Ya no sabía quién era ni qué era. Todavía se estaba ahogando en el mar infinito de su dolor y—Kyojuro. ¿Había sobrevivido?

El pánico se apoderó de él con fuerza mientras se ponía de pie con movimientos inestables. La habitación era pequeña y estaba a oscuras, sus paredes parecían curvarse sobre sí mismas para atraparlo, asfixiándolo, oprimiéndolo. Akaza jadeó y todo su ser le gritó: sal de aquí, vete, vete, vete.

Se arrojó hacia las puertas y las abrió hasta ver una habitación un poco más grande. A ciegas, alcanzó otro panel y esta vez descubrió un pasillo. Lo siguió hasta lo que sólo podía ser otra habitación, con las puertas estampadas con pájaros alzando el vuelo.

La abrió de par en par, golpeando ambos lados con la fuerza de su movimiento, e inmediatamente se congeló.

Los cazadores de demonios lo miraban con ojos grandes y redondos, con las manos volando hacia sus espadas, la mitad de ellos poniéndose de rodillas desde donde estaban sentados. Sus espíritus de lucha estallaron en colores resplandecientes como fuegos artificiales y el estómago de Akaza se desplomó cuando se dio cuenta de que eran Pilares. Había alguien más al otro lado de la habitación, pero ni siquiera se tomó el tiempo de mirar a su alrededor. Cerró las puertas preso del pánico y permaneció allí por un momento, como si el frágil papel y la endeble madera fueran una protección contra toda la fuerza del los cazadores de demonios.

Don't Forget to Breathe ❍ RenkazaWhere stories live. Discover now