Sinking like a stone

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Kyojuro no estaba tan seguro de que le gustara estar allí

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Kyojuro no estaba tan seguro de que le gustara estar allí.

No era tan diferente de esa Fortaleza Dimensional Infinita, con muros que lo atrapaban en un lugar y ojos cautelosos que lo mantenían bajo su atenta mirada. Supuso que los humanos eran mejores anfitriones. Parecía haber una familia viviendo en el edificio, con el mismo corte de pelo, ojos y rostros, extrañamente tranquilos y educados. Le habían mostrado una habitación y desde entonces lo habían dejado solo.

Una sensación inquietante se abrió paso bajo su piel y empezó a preguntarse si tendría que ver con el sol. Lo mismo había sentido el día anterior, cuando aterrizaron en esa calle, una sensación nueva cuyo origen no podía precisar con claridad. Lo había ignorado y fue solo cuando Akaza le había sermoneado sobre el sol que se preguntó si, tal vez, estaba relacionado.

Akaza...

Se encontró extrañando la presencia del otro demonio. Era extraño ese vacío en su pecho, cuando apenas lo conocía. Sin embargo, le había resultado tan fácil y tan correcto tenerlo a su lado. Le había hecho querer saber más, todo lo que había olvidado y todo lo que aún era un misterio. Había encontrado apoyo en esos ojos amarillos, se había sentido atrapado y cautivado. Había algo en él que anhelaba liberarse cuando se habían vuelto azules y amarillos nuevamente y deseaba poder entender.

Amor, había dicho el demonio.

Kyojuro se preguntó cómo se sentiría eso.

Pero las palabras de Akaza también habían abierto el camino a una nueva curiosidad, un nuevo hambre que nada tenía que ver con carne y sangre. Incluso si no podía recordar su propio pasado, incluso si esos recuerdos solo serían historias para él sin manera de poder relacionarlos, quería saber más sobre sí mismo. Tal vez quién era sería una carga. Tal vez quién era sería una bendición.

Tal vez quién era le daría una pista, una oportunidad de mejorar, de hacerse más fuerte.

Para cumplir con su deber.


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No sabía cuánto tiempo tardó en aparecer el primer Pilar.

Kyojuro no había podido mirarlos adecuadamente el día anterior, pero había reunido suficiente información para reconocerlos a simple vista. Fue el más joven quien llamó y entró a su habitación, con su ropa grande y su cabello largo y una katana a su lado.

"Buenos días, Rengoku," dijo con un pequeño movimiento de cabeza.

Kyojuro frunció el ceño. No pasó desapercibido para el chico.

"¿No te gusta que te llamen así?" Inclinó la cabeza.

"Akaza me dijo que era mi apellido," respondió finalmente. "Eso significa que soy parte de algo más grande, que tengo una familia. Pero no puedo recordarlos..."

Don't Forget to Breathe ❍ RenkazaWhere stories live. Discover now