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Jimin y Jungkook estaban bastante nerviosos. Ni siquiera querían salir del coche para retrasar lo inevitable, sobre todo Jungkook.

Después de una semana intensa siendo lo más parecido a una pareja y burlándose por la actitud de sus hermanos, ahora había llegado el día de contarle la verdad a su parte de su familia: que no habían dos bebés, solo uno. Que ellos estaban saliendo juntos, que no habían segundas personas, que eran destinados.

Ahora que lo pensaban, sí que tenían mucho que contar y no sabían cómo iban a reaccionar las cuatro personas ignorantes de lo que ocurría.

-Nos van a matar, ¿verdad? -dijo Jungkook, acabando con el silencio de la casa.

-Eso mismo dijiste de mis padres y, no solo te aceptaron, sino que echamos el polvo de nuestra vida en su casa. En mi antigua habitación. -dijo Jimin, haciendo que Jungkook se sonrojara.- Y ya te digo yo que vamos a hacer lo mismo en cuanto se vayan de casa.

-Voy a pensar que son las hormonas las que hablan. -rio Jungkook, mientras Jimin le sonreía de manera traviesa.- Vale, no son las hormonas. Jimin, somos peor que dos adolescentes.

-Milagrito quiere mimos de su padre. Y yo quiero mimos un poco más calientes y sexuales del padre de mi hijo... -dijo Jimin, antes de darle un beso a Jungkook en el cuello.- Pero, por el momento, me conformo con unas fresas con chocolate.

-Venga, vamos. Subimos y te las preparo. -dijo Jungkook, dejándole un corto beso a Jimin en la cabeza antes de salir del coche.- ¿Con más chocolate que fresas?

-¡Te quiero! -exclamó Jimin, corriendo a abrazarle en cuanto escuchó al alfa decir eso. - Me conoces tanto. Y en solo una semana.

-Además, he comprado chocolate negro. Ya sabes, por mi aroma y eso...

Jimin sonrió, antes de llevar sus manos al cuello de la camiseta de Jungkook y atraerle en un beso apasionado en medio de la calle. El alfa no tardó en corresponderle, mientras le abrazaba por la cintura con un brazo y llevaba su otra mano a su mejilla.

Le encantaba besar al omega, era lo más cercano a saborear el cielo que nunca antes había experimentar. Ni siquiera con Jieun, a quien había llegado a querer con todo su corazón, se había sentido tan completo con algo tan sencillo como un beso.

No dejaba de agradecer a la luna de que Jimin hubiera aparecido en su vida en aquella noche de borrachera.

-¿Jungkook? -escuchó que alguien llamaba al alfa, lo que hizo que la pareja se separara del beso y miraran en esa dirección confundidos (y un poco molestos por ser interrumpidos).

Y Jungkook se puso blanco como el papel, además de que empezó a afianzar el agarre en la cintura de Jimin al ver que, la persona que le había llamado, no era nadie más que su ex. La mujer que tanto daño le había hecho. La que le había hecho sentir mal por su esterilidad. La misma que le había puesto los cuernos con el primo de Jimin.

-¿Jieun? -preguntó Jungkook con un hilo de voz, intentando no llorar y haciendo que Jimin comprendiera el cambio de humor del padre de su hijo.- ¿Qué estás haciendo aquí?

-Venir a verte. Siempre te quejas de que no pasamos tiempo como pareja. -dijo Jieun, haciendo que Jimin la mirara con ganas de matarla mientras que Jungkook intentaba no llorar.

Por mensaje, todo el mundo era valiente a la hora de decir las cosas. Pero, desde que la vio dándose el lote con el primo de Jimin en la academia de baile, no la había vuelto a ver en persona.

-Venía a darte una sorpresa y resulta que la que se lleva la sorpresa soy yo. -continuó Jieun con falsa indignación.- ¿¡Cuánto llevas engañándome, Jeon Jungkook!?

Sukha [Kookmin au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora