6. Damaged boy.

364 47 670
                                    

Hi~ Nos atrasamos un poquito pero esta semana tuve agenda llena y casi con puros nuevos pacientes así que no, llegue demasiado muerta a mi casita, pero como les mencione antes, este capítulo es basicamente para procesar todo lo que ha ocurrido y que Ash ya piense con más claridad toda la situación y no tan defensivo, el final va a dejar con una espinita, estoy segura.

Mil gracias por leer.

Aslan no siempre estuvo dañado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aslan no siempre estuvo dañado.

No.

Recuerda que hubieron días en dónde alguien lo amó, días donde corría descalzo por el lago y tocaba las espigas doradas como su cabello y altas (casi tan altas como lo era Griff) días donde jugaba, estaba solo, sin nadie que lo vigilara, más, le gustaba, días en donde estaba al borde de un precipicio aunque confiaba que habían adultos que lo cuidarían, días donde sus palmas no yacían manchadas de sangre ni había tomado vidas, los policías no culpabilizaban a las víctimas, su papá tallaba calabazas de Jack, Griffin aún no se iba a la guerra y el béisbol era béisbol, no un trauma.

Pero en algún punto eso cambió, porque Ash no tuvo un guardián que lo atajara mientras jugaba por el centeno, ni siquiera supo en qué instante se acercó demasiado al borde del precipicio, más lo hizo.

Se tropezó.

Cayó.

Murió.

Ahora es un adulto dañado y ni siquiera porque él se haya roto, no, incluso desde niño otras personas se encargaban de romperlo y le tiraban los pedazos para que intentara pegarse. Jim vislumbró lo que le hizo su entrenador. Si alguien intenta hacerte lo mismo cállate y déjalo, pero hazlo pagar. La policía no le creyó. Su entrenador lo usó de prostituto. Los hombres le pagaban una miseria cuando huyó a la ciudad, más, debía comer y lo aceptaba. Y luego Dino. Marvin. Froggy. Blanca, quien lo hizo asesino y el mejor asesino que hubieran visto pero nunca le enseñó cómo parar. Ash quería parar. Pero nunca nadie se hacía cargo de los pedazos que rompían, al final estaba tan roto que ninguna pieza encajaba.

Esto es todo lo que soy, se decía a sí mismo.

Esto es todo lo que merezco.

—¿Conoces el kintsugi? —Eiji se lo preguntó cuando aún vivían juntos, por accidente había quebrado su taza favorita, esa que tenía un pajarraco horrible y aun si trató de disimular su cara debió delatarlo en cierto grado—. ¿Ash?

—No. —Le respondió—. No sé qué es.

—Es una técnica japonesa para arreglar piezas de cerámica, las fracturas se arreglan con oro y pienso que eso le da un significado especial a las cosas.

—Las cosas que se quiebran no pueden volver a ser las mismas de antes, cuando quebraste algo solo por disculparte eso no significa que volverá a ser lo mismo. —Estaba defensivo dada esta proyección.

—Es cierto. —Pero Eiji sabía manejarlo, no con dureza como todo el resto lo hacía, si no con devoción e incondicionalidad—. Las cosas que se rompen nunca vuelven a ser las mismas de antes pero incluso si es de esa manera eso no significa que las cosas rotas deben permanecer rotas.

Damaged.Where stories live. Discover now