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Entre papeles, velas y libros viejos se encontraba un joven estudioso, repasando información y escribiendo apresuradamente en un cuadernillo con cuidado de no correr la tinta.

Sin embargo, el aura de concentración se vio interrumpida abruptamente con el ruido de la puerta azotando en la pared, un castaño entró a toda velocidad tirando pilas de libros a su paso.

—¡Cellbit! ¡Un niño y su padre están amenazando a Richas!—Gritó con la voz rasposa.

Cellbit se levantó inmediatamente tambaleando la mesa, tirando el frasco de tinta, las velas y los libros a las orillas, con la palma de su mano rápidamente apagó el fuego y luego salió corriendo de la pequeña oficina junto al otro chico.

—¡¿En dónde están Mike?!

—E-en el viejo orfanato.—el nombrado tomó una bocanada de aire agitado, se notaba que había corrido lo más rápido que pudo para llegar a su hogar. —Deprisa Cellbit, yo te alcanzaré enseguida.

Sin pensarlo dos veces Cellbit corrió en dirección al orfanato, cuando se encontraba a escasos metros del lugar vio a un rubio muy bien conocido  frente a su hijo, gritando hacia dentro del recinto.

Una multitud ya se había reunido curiosa alrededor.

—¡Tu hijo es un peligro!— Gritó el rubio— ¡Sólo porque vives al otro lado del muro no te da derecho de tratarnos así!

Cellbit apresurado se colocó enfrente de ambos, sentía sus pulmones ardiendo, él como su pecho subía y bajaba intentando controlar su respiración.

Miró hacia la puerta del lugar con enfado, encontrando la mirada nerviosa de un chico castaño y a sus espaldas un pequeño de no más de 6 años.

Entre las manos de aquel niño rechoncho se encontraba una ballesta de plata.

—¡¿Qué te pasa maldito loco?! — Gritó Cellbit acercándose al niño, el otro chico ahora más nervioso sostuvo un hacha en modo de defensa.— ¿Y tú qué hombre? ¡Quitale la puta arma a tu crio!

—¡Lo siento! Nadie me está escuchando.— Gritó desesperado.—¡Es una ballesta de juguete! Ni siquiera está cargada. L-los niños estaban jugando tranquilamente cuando ese idiota de atrás comenzó a gritar incoherencias.

Cellbit vaciló, sonaba desesperado aquel chico intentando explicar lo sucedido, haciéndolo parecer sincero, aún así el hecho de que incluso Mike llegará asustado a irrumpir a su oficina lo mantenía a la defensiva.

—Tienes un minuto para darme explicaciones antes de que te mate a ti y al niño.— Sentenció con una fría expresión.

El niño contrario mantuvo su mirada sobre él, colocándose en una posición de guardia y apuntando con la ballesta a pesar de estar descargada.

"Que malcriado" pensó Cellbit.

—Estaban jugando a las atrapadas, pero mi hijo Bobby no puede hablar así que empujó a Richarlyson para que mirara su ballesta, tu hijo se cayó y entonces el par de idiotas malinterpretaron la situación.

Cellbit reflexiona durante unos instantes, la presión de la multitud no le era de ayuda.

—Te brindare el voto de confianza pero aún así tu y tu niño deben ser castigados por lastimar a mi hijo.

El contrario apenas iba a protestar cuando el ruido de una corneta se escuchó entre la multitud.

—¡Es la Guardia Real!

Forever se incorporó rápidamente, tomó a Richarlyson de los hombros manteniéndolo cerca.

"Genial, ahora por una extraña razón está la guardia real por estos barrios"

Cellbit estaba molesto, sin duda alguna usaría sus mejores habilidades de persuasión para que la Guardia Real castigara a padre e hijo.

Claro, eso planeaba  sino fuera cómo vió al niño rechoncho correr hasta los brazos de la mujer que dirigía aquella Guardia.

—¡Mamá!

Una joven de cabello recogido en una coleta rebelde y unos ojos violetas preciosos con un brillo semejante a joyas. Bien uniformada junto a dos hombres a sus espaldas.

Y una linda ballesta de plata colgada en su espalda, prácticamente igual que la del niño.

—¡Bobby!—Con sumo cariño la guardia sostuvo al niño entre sus brazos.—¿Qué pasó hijo mío?

La multitud ahí reunida vio enternecida aquella escena.

—¡Jaiden!—El castaño sonrió aliviado, bajo el hacha rápidamente y se apresuró a llegar con la chica— Nuevamente nos metimos en apuros, perdóname.

—¡Chicos! ¿¡Ya apaleamos a los bravucones?!

“Mike ahora no”, Cellbit se frotó el rostro con frustración. Ahora era mucho más consciente de la situación, sus amigos se habían metido en problemas con una familia feliz del pueblo vecino.

Al parecer con un lindo matrimonio adinerado, tanto como para obsequiarle a su hijo un arma de plata y tenerlo vestido con un overol y zapatos a su medida, puesto que en comparación con otros niños, estos usaban ropas viejas de sus padres o hermanos, tal y como Richarlyson.

—Por decreto de la Guardia Real, todos los implicados en este incidente serán llevados a la comisaría más cercana para un breve interrogatorio. De igual forma, mis compañeros interrogaran a los testigos aquí reunidos, agradecemos su atenta cooperación de antemano, que la gloria esté con ustedes.

“Y con el Imperio”, respondieron la mayoría.

Revolución | Guapoduo (Hiatus Temporal) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora