Rosas Y Espinas

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1519

Finales de invierno.

Reino de Polonia

Aposentos de Aleksandra

Kösem estaba en silencio mientras veía a Aleksandra guardar algunas de las hermosas joyas que su hermano le había regalado y uno que otro vestido en aquel pequeño baúl.

Una parte de ella quería pedirle que se quedara, pero otra parte de ella no lo quería.

Cómo decírselo, dos noches atrás escucho al padre de Aleksandra hablar con Antonio sobre los planes futuros, en los cuales había una propuesta de matrimonio con alguien de la familia Giray, estaba claro que esa familia quería quedar bien asegurada con ellos, de lo contrario no pensarían en un compromiso con la misma familia con la que ya habían emparentado.

No quería que se quedara por deber, sabía que si se lo decía sería capaz de quedarse por hacer lo que sus padres le tenían deparado, pero al mismo tiempo no quería que se atara a un destino que no quería.

Respiro hondo por un momento y decidió apoyarla.

—¿Cuándo te irás? — pregunto con calma.

Aleksandra cerro el baúl y sonrió —Esta noche, quiero llegar cuánto antes y volver, sé que tendré problemas con mi familia por que se enteraran por una carta, pero lo entenderán, quiero conocer el mundo y no quedarme en este palacio encerrada de por vida, quizás si tuviera una razón para hacerlo lo haría, pero me siento sola y quizás este viaje me ayude a mejorar— dijo con entusiasmo.

Kösem sonrió —Estambul es hermoso, pero peligroso para las muchachas hermosas, para tu suerte si te identificas como una princesa o como la sultana Kösem no te harán nada, saben perfectamente que no pueden tocarte o tendrán problemas mayores— dijo con una sonrisa.

—Gracias, iré a Manisa a donde me dijiste que está cerca de la capital y bien protegido— dijo con tranquilidad.

Kösem tomo sus manos —Cuídate mucho, amiga mía, esperare tus cartas y créeme las quemare en cuanto estén en mis manos para que tus padres no sepan donde estas— dijo con una sonrisa.

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Aquella noche partió con una joven que sería su acompañante durante el viaje y con un guardia que por consejo de Kösem decidió llevar, estos acompañantes eran de su total confianza y jamás la traicionarían avisándole a sus padres en donde estaría de ahora en adelante.

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Una semana más tarde

Territorio Otomano

Manisa

Aleksandra caminaba por el pueblo encapuchada, nadie la conocía, sin embargo, prefirió tomar precauciones, había escuchado que muchos comerciantes tenían tratos con su familia y con el imperio Otomano así que era mejor no descuidarse.

Caminaba con total tranquilidad seguida de la joven acompañante y su guardia que estaba alerta.

Aleksandra jugueteaba un poco con ellos perdiéndose en la multitud y volviendo a aparecer detrás de ellos, era un poco cruel ya que se asustaban cuando desaparecía y los asustaba cuando regresaba, pero no se lo dijeron simplemente reían con ella, ciertamente sentían tensión por la situación y vivían preocupados por lo que pasaría cuando volvieran y esas pequeñas alegrías los ayudaban.