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Manisa

Habían pasado ya dos días desde que Sha llego a la casa en la que estaba alojada Aleksandra, ya habían mandado una carta al príncipe para que fuese por su hermana.

Tocaron la puerta y abrió el guardia que la cuidaba, eran los soldados que venían con un carruaje para recoger a la hermana del príncipe, le dieron algunas monedas al guardia por su labor de protegerla durante dos días y se marcharon con ella de regreso al palacio.

Aleksandra no le había dicho su nombre a sah, aunque tampoco fue necesario, ella sabía perfectamente quien era, habían hablado y dejado claro que era mejor que nadie conociese la verdad.

.....

Una semana más tarde mientras Aleksandra compraba algunas frutas en el mercado un hombre se posó a su lado y pago aquellas frutas, ella lo miro sería el hombre que días atrás había conocido.

—Señor no es necesario pague, tengo el dinero suficiente y no necesito de un desconocido— dijo seria extendiendo una bolsa de monedas.

El hombre le sonrío —No te preocupes, tómalo como un regalo de mi parte— dijo con tranquilidad.

Aleksandra sabía que el hombre no cedería de todos modos, tomo la bolsa y camino hacia otro lado.

El hombre siguió detrás de ella, ella sintió aquella presencia y volteo enojada —Que desea de mi señor— dijo enojada.

El hombre sonrió —Nunca me dijiste tu nombre— dijo con calma.

Aleksandra lo miro seria, sintió alivio al saber que él no sabía quién era ella —Me llamo Elena y le agradecería que dejase de seguirme— dijo seria y se dio la vuelta.

El hombre la toma del brazo — Mucho gusto Elena, yo soy Mahmud—.

Alex volteo a verlo nuevamente —Es un gusto conocerle, sin embargo, le pido que no se atreva a tocarme de nuevo o le ira mal— dijo seria.

El hombre sonrió —Bien, Hanin, me gustaría conocerle mejor, es evidente que no eres de aquí— dijo con seriedad.

—Tiene toda la razón, viaje con mis hermanos para ver si teníamos oportunidad de comerciar aquí— dijo con calma.

—Eso es algo bueno, ¿qué piensa comerciar? — pregunto.

Alex pensó que no preguntaría más, pero evidentemente el planeaba preguntar muchas cosas más — Por el momento solo pensamos en algunas joyas traídas de nuestro pueblo natal y telas del mismo, más adelante planeamos hacer hermosos vestidos con las telas que traigamos y venderlos a un precio justo— dijo mientras seguía caminando.

—Eso es algo maravilloso, si en algún momento nos volvemos a ver me gustaría ver las hermosas joyas y telas que poseen— dijo con una sonrisa.

—Claro, si nos volvemos a ver yo misma lo llevare a donde las tengo— dijo con calma.

Camino más rápido ya que el hombre se había quedado detrás.

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Süleyman siguió su camino por aquel mercado examinando cada uno de los puestos y preguntando por los precios y calidades de lo que se vendía, había encargados para revisar que todo fuera justo, pero a él le gustaba hacerlo por sí mismo de vez en cuando.

Su sonrisa era algo que no se podía ocultar, su amigo Ibrahim lo había estado mirando desde aquel último encuentro con aquella mujer, sabía que ella había cautivado su corazón, la verdad lo entendía, su mirada era cautivadora, el color de su pelo, su piel blanca y esa actitud ciertamente rebelde eran encantadoras pues no era algo que pudiese encontrar en su harén al contrario en su harén solo encontraría jovencitas dispuestas a todo que no le negarían ni la más mínima petición pues el deseo por crecer y el tiempo dentro del harén las había doblegado y su espíritu de lucha ya no existía, más bien ahora perduraba su instinto de supervivencia.

Rosas Y EspinasWhere stories live. Discover now