"Ah, ah, ah..."

La voz que se filtró de su boca sonaba bastante desesperada, incluso para sus propios oídos. Era la señal de una necesidad impresionante que se combinaba con el crujido de unos dedos que no dejaban de resbalar del lavabo al que intentaba sujetarse con todas sus fuerzas. No obstante, tal vez un minuto después o dos y sin la capacidad suficiente como para continuar de pie, quedó a cuatro patas sobre el suelo sin importarle en lo más mínimo estar al lado de un bote de basura bastante lleno con toallas de papel. Bueno, al ser un hotel de clase diamante, el hecho de que hasta los suelos de los baños estuvieran bien pulidos podía considerarse una especie de salvación. Aunque claro, nunca imaginó que algo así sucedería en una fiesta para celebrar el 70 cumpleaños de su jefe.

(Alguien... Ayuda.)

Incapaz de manejar un cuerpo tan caliente, abrazó sus rodillas con fuerza, pegó la barbilla contra su pecho y comenzó a llorar igual a si fuera un bebé. A pesar de que quería cerrar la puerta con llave, incluso levantarse era tan difícil que pareció darse por vencido sin intentarlo otra vez y eso, lógicamente, lo llevó a un estado de pánico del que pareció no poder salir tan fácil. ¡Y es que todo era un puto desastre! No tenía inhibidores, su conductor estaba esperando en el coche y su familia no sabía que estaba allí.

Bueno, pero sus amigos...

Del bolsillo interior de su chaqueta y con una mano increíblemente torpe, sacó su teléfono inteligente, desbloqueó con reconocimiento facial y comenzó a buscar el chat de la empresa. Sin embargo, antes de que pudiera pedir ayuda, se le cayó el celular al suelo y cuando trató dede levantarlo, sus pezones rozaron contra la tela de su camisa tan descaradamente que hasta comenzó a ver estrellitas frente a él.

"AH. Ah, carajo... ¡Umm!"

Y empezó a retorcerse ante la maldita sensación. ¡Dios! No sabía de que manera describirlo. Se sentía igual a si sus nervios hubieran quedado completamente expuestos sobre todas las capas de su piel.

(¿Qué debo hacer?... Ah. No puedo moverme.)

Miró como un idiota su celular hasta que la pantalla LCD se puso oscura.

"Ah, ah, ah..."

A pesar de que nunca había tenido sexo antes y aunque podía decirse que era completamente heterosexual, la sensación de hambre por el cuerpo de otro hombre le estaba haciendo perder la cabeza hasta un punto en que de verdad deseó morirse. Después de todo, los Omega eran una existencia bastante lamentable ¿No era verdad?

Y escapar del instinto era difícil.

(Lo odio, lo odio. Lo odio tanto.)

Además del sexo masculino y femenino, los humanos tenían un segundo genero que se dividía en tres bloques: Alfa, Omega y Beta. Los Beta eran los más comunes en el mundo, representando más del 95% de la población total. Luego, venían los Alfa, que afectaban al 3%, y de los que se decía que tenían una excelente capacidad física y una inteligencia mental superior al promedio. Siendo siempre le cuna de muchas personas exitosas como empresarios, políticos y artistas de fama mundial. Y para finalizar pero no menos importante, le seguía la especie más rara, que representaba solo alrededor del 1% de la población: Los omega. Los que se encargaban de la fertilidad, y quienes una vez cada tres meses entraban en celo para liberar feromonas sexuales que pudieran atraer a los Alfa. Por cierto, las mujeres Alfa y los Hombres Omega eran bastante... "Particulares" en cuanto a anatomía.

Para empezar, las hembras alfa tenían un clítoris notablemente desarrollado y funciones genitales que se consideraban masculinas. Que ellas lograran embarazar a un Omega era bastante fácil. Por otro lado, los hombres omega poseían un útero y una cavidad vaginal que les hacía posible quedar embarazados y hasta dar a luz. Muchos de ellos eran frágiles y menudos y tenían una apariencia más bien andrógina.

Divorciados pero destinados (Traducción Finalizada)Where stories live. Discover now