Epílogo

150 13 2
                                    

—¡Niños, vengan

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Niños, vengan. Hay helado! —le dijo a sus hijos. Y ellos llegaron corriendo.

Habían pasado tres meses y hoy luego de mucho tiempo vería a Ruggero. Luego de bastante al fin lo vería otra vez.

Ella estaba nerviosa, pero trataba de calmarse por Nati. Su bebé que nacería apróximadamente en cuatro meses.

La cafetería había ido de maravilla, era un gran lugar en donde vivían. Según le dijo su padre a Karol, Ruggero llegaría por sus hijos por la tarde. Los llevaría a donde él residía, o sea donde antes todos vivían. Los traería a los tres días.

Sus hijos estaban emocionados, ella igual. Sólo que un poco asustada.

—¿Mami?

Karol parpadeo repetidas veces y luego le puso atención a su hijo.

—Mande, amor —le contestó a Marco.

—¿Papá aún nos quiere? —preguntó Marco tímidamente.

Y ella sonrió tiernamente.

—Por supuesto, hijo, su papá los quiere bastante. Sólo que necesitaba sanar solito, pero ahora ya está un poco mejor y vendrá a verlos. ¿Les parece? —ellos asintieron y ambos abrazaron a su madre.

El cumpleaños de los niños ya se acercaba, pero ahora importaban más su madre y su nueva hermanita. Ellos mismos lo dijeron.

—¿A qué hora llegara? —preguntó Matteo desesperado por ver a su padre.

—Tal vez en un par de horas, una tal vez —le contestó con seguridad Karol.

Finalmente salió, la cafetería se encontraba abierta, Carolina estaba atendiendo mientras que Agustín estaba sentado comiendo un pedazo de pay.

Pasaron exactamente dos horas y media. Ella estaba sentada leyendo y de repente...

—¡Papi! —gritaron ambos niños y corrieron rápido.

Su madre levantó la vista de inmediato.

Y ahí estaba él, su ex marido, Ruggero. Ahí, luego de vario tiempo, luego de tantos meses, lo veía al fin. Su cabello estaba alborotado pero se veía demasiado bien. Su infalible barba estaba ni muy larga ni muy corta, perfecta como siempre. Él era el mismo, con una diferencia.

Su cara tenía una enorme sonrisa. Tan enorme que se podría notar a distancia. Vestía una playera azul y unos jeans.

—Mis niños —dijo él y los cargó. Abranzándolos a ambos.

Karol no supo como reaccionar ante tal impacto.

Luego, Ruggero bajó a sus hijos y los tomó de la mano. Él tampoco sabía como reaccionar, trató de planear su reencuentro durante su viaje, no pudo. No sabía ni que decir ni que hacer.

Así que sólo reaccionó de manera involuntaria. Corrió junto a sus hijos y se agachó hasta quedar a la altura de la enorme barriga que cargaba Karol. La abrazó y le dio varios besos a su barriga.

Déjame Ir/Quédate Ahora Y SiempreWhere stories live. Discover now