Un día "común"

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—Uhhh... — Fue lo primero que pudo auricular. La poca luz del exterior se colaba por su ventana. Primero abrió un ojo y luego los dos, parpadeando pesadamente.

Bostezó cansado, aun boca abajo contra su colchón.

« ¿Qué... diablos...?»

Y por fin recordó. Las imágenes fueron como un muro de concreto estallando contra su rostro.

Saltó de la cama automáticamente, camino al baño. Pero sus piernas de gelatina flaquearon vertiginosamente y cayó al suelo con un estrepitoso golpe.

Aulló de dolor, retorciéndose en el suelo como una alpaca herida. Sus piernas estaban entumecidas.

— ¡Ah! — Sintió terror genuino recorrerlo. No podía moverlas.

Oyó pisadas fuertes subir las escaleras, y el golpe de la puerta.

—Bebé. ¿Estás bien? Te oí gritar. — La voz preocupada de su madre le advirtió.

— ¡No! ¡No entres! — Elevó actoralmente los brazos en dirección a la puerta, pero gracias al cielo, estaba trabada.  —Joder... Además de hipocondríaco, tetrapléjico...— Susurró para sí mismo, aferrándose a las sabanas. —Mamá va a matarme.

La mujer agitó la perilla con más esmero.

— ¿Por qué está cerrado? ¡Déjame entrar!

— ¡Mamá! Deja de tratarme como un niño... Necesito privacidad. — Se quejó.

—Estabas gritando, ¿qué paso?

Intentaba ponerse de pie, pero era doloroso. En el trayecto identificó sus gafas y se las colocó a tientas. Sin ellas veía poco menos que un topo.

«Mierda...»

—Linconh... Se escapó de su jaula, pero descuida. Ya, ya lo encontré.

—Agh. ¿Cuándo vas a desacerté de esa cosa? — Farfulló la mujer tras la puerta, con una mueca de repulsión.

—Es un ejemplar, tarántula del norte. Y no digas esas cosas, o dañaras sus sentimientos. Señora insensible.

Cuando consiguió pararse, se apoyó en el buró de su cama y ajustó las sabanas posesivamente contra su pecho. Se hallaba completamente desnudo, incluso pegajoso.

— ¡Vale, vale! Tarántula del norte o lo que sea. Te necesito abajo en 15 minutos. El desayuno se enfría. — Y solo con ello la oyó alejarse.

En ese momento la calma volvió a su cuerpo. No le gustaba ocultarle ese tipo de cosas a su madre... pero, jamás podría decírselo. Aun podía sentir el cosquilleo de la culpa.

Resoplo su cerquillo.

—Por supuesto. — Se miró en su espejo de cuerpo completo y una sonrisa se extendió sobre sus labios. — ¡Adiós, virginidad!

Rio tontamente y se arrastró hacia su baño.

Intentó ducharse lo más delicado posible, aun le dolían los muslos. Llevó su mano completamente avergonzado hacia su ano y limpio lo mejor que pudo. Lavó su cabello grasoso por el sudor y sus hendiduras.

¿Con qué iría hoy...?

¿Qué destello de moda luciría?

Revisaba su guarda ropa, en la que colgaban jeans clásicos todos idénticos el uno del otro, escogió uno al azar y se ponchó una playera blanca con mangas de color verde. Ató sus converse desgastadas fuertemente con un lazo y suspiró.

L0SER |EXO|Where stories live. Discover now