Shock

787 104 38
                                    

-¡Aargghh, puta madre, aauu, mi espalda!- vociferó Freen, en un perfecto español, delatando su acento nativo.

Rebecca escuchaba a la chica gemir de dolor en el suelo, pero sin entender una palabra de lo que decía. Su instinto le decía que debía salir de allí, no recordaba como se había hecho esas heridas, y sospechaba que la pelinegra tenía algo que ver.

Aún así, no apartaba su mirada de la chica, a quien se le había corrido la toalla, revelando parte de su torso y sus pechos.

Freen se levantó con dificultad, sosteniendo la toalla con fuerza, y buscando recuperar el equilibrio, poniéndose de frente a Rebecca.

Su mente había quedado en blanco por un momento. La chica seguía mirándola, sin emitir sonido. Tenía unos ojos cafés muy profundos, y parecían estar buscando una explicación.

Freen sólo atinó a pronunciar las pocas palabras tailandesas que se le ocurrieron.

-Sa wat dee kha, Freen kha, sa bai di mai?(Hola, soy Freen, estas bien?)- indicó la aviadora, intentando recordar si debía decir algo más.

Rebecca se quedó mirándola, sin comprender lo que decía. Un terror involuntario se apoderó de ella. No sabía donde estaba, no sabía por qué estaba lastimada, y al parecer estaba con alguien con quien ni siquiera podía entenderse. Su respiración empezó a agitarse, siendo cada vez mas difícil el ingreso de aire. Llevó la mano a su pecho, corroborando que su corazón estaba palpitando cada vez mas acelerado.

Freen veía la escena con perplejidad. Evidentemente la chica no le había entendido (en parte creía que podía ser por su pésima pronunciación). Pero su alerta se activó cuando vió a Rebecca llevarse una mano al pecho, como si estuviera teniendo algún tipo de ataque. ¿Qué debía hacer? Dió unos pasos hacia la chica, con la intención de ayudarla, hasta que la voz de Rebecca salió de su boca como un estruendo.

-Alejate de mi, no te me acerques!- bramó Rebecca en un perfecto inglés, estirando su brazo delante de ella para protegerse.

-Oh, no hablas thai! Perdona, no era mi intención asustarte, déjame ayudarte.- exclamó Freen en el mismo idioma, aliviada de que podrían comunicarse, e intentando acercarse de nuevo.

-No, no, no te acerques! No sé quién eres, estás medio desnuda. Estoy lastimada en todo el cuerpo. ALEJATE DE MI- gritó nuevamente Rebecca con pánico en su voz.

Freen se sentía cada vez más confundida. No se había imaginado que la chica pudiera reaccionar así. Cierto era que había pensado que cuando despertara el encuentro sería algo incómodo, pero no creyó que recibiera tal muestra de desconfianza y enojo, como si ella fuera la responsable del estado de Rebecca.

-Escúchame, te encontré lastimada, y no tuve otra opción que traerte aquí. Parece que estas teniendo un ataque, dejame ayudarte- replicó Freen con mas firmeza en la voz, acercándose unos pasos a la chica que estaba pálida y aún tocandose el pecho.

Rebecca no lograba comprender del todo el significado de sus palabras. La taquicardia que sentía y la falta de aire le estaban dificultando la conexión de sus ideas. Estaba aterrada, sentía que se iba a morir en cualquier momento. No lograba recordar nada.

-NO ME TOQUES!- gritó cuando sintió que Freen había tocado su brazo. Se apartó hacia atrás, intentando pensar qué hacer. Quería correr, pero la vista se le nublaba. Sólo alcanzó a visualizar el cuarto del que había salido, y corrió adentro, cerrando con un portazo, dejando a Freen paralizada.

A la aviadora le tomó unos minutos procesar lo que acababa de ocurrir.

Estaba en un país extraño, en una cabaña alejada de todo, con una completa extraña que se había encerrado en su habitación y que ni siquiera le permitía acercarse o explicarle la situación. Definitivamente, por cosas como estas es que ella prefería siempre estar y viajar sola.

¿Por qué tenía que lidiar con esta situación? Todo por haber querido hacer una buena acción, por querer emular a su abuelo. A veces quería patearse a ella misma. Si tan sólo hubiera continuado su vuelo, como tenía planeado, nada de esto hubiera ocurrido. Ella tenía todo perfectamente en orden y bajo control, hasta que tuvo la genial idea de rescatar a Rebecca.

Pensó detenidamente qué hacer ahora. Si o si, iba a tener que sacar a Rebecca del cuarto. No sólo porque en algún momento iba a tener que salir a, no sé, comer o asearse, sino que además tenía que explicarle lo que había ocurrido...y además, su ropa y sus documentos estaban en la habitación. También recordó la herida del brazo de la chica lastimada, que no tenía buena pinta más temprano.

Decidió que lo primero era cambiarse, ya que seguía con sólo una toalla para tapar su cuerpo. Se dirigió al baño para ponerse ropa, tomó su celular, y nuevamente verificó que seguía sin cobertura. Definitivamente algo había afectado las antenas, porque no era usual que estuviera con absolutamente nada de señal telefónica. Eso sólo complicaba aún más las cosas.

Se acercó a la puerta de la habitación y tocó un par de veces.

-Hey, abre por favor, necesitas revisar tus heridas. Si sales puedo explicarte qué pasó.- dijo lo más calmada que pudo.

La situación la estaba enojando mucho, pero sabía que su enojo no iba a resolverlo.

Un par de golpes más en la puerta. Ninguna respuesta.

-Estás bien? Te sientes mejor del pecho?- preguntó con preocupación. Tampoco hubo respuesta.

-Sé que no me conoces, y entiendo que es una situación extraña, pero debes abrir la puerta y dejarme explicarte- insistió, ya con un poco mas de enojo e impaciencia. Nada, ninguna señal.

-REBECCA, VAS A TENER QUE SALIR EN ALGÚN MOMENTO, ASÍ QUE HAZLO AHORA PARA QUE PODAMOS RESOLVER ESTO CUANTO ANTES!- gritó Freen, ya exasperada.

La puerta se abrió de par en par en respuesta.

-Cómo me llamaste?- preguntó la chica, con el rostro desencajado, y mirando a la pelinegra con desesperada inquisición.

Freen quedó mirándola, confundida, intentando descubrir si había dicho algo malo.

-Uhmm, Rebecca? Es tu nombre, verdad?- respondió, sin entender la pregunta.

-No estoy segura- respondió la rescatada, con angustia y la voz temblorosa.

-Cómo que no estas segura?- inquirió Freen, ya totalmente desorientada, sin entender nada de lo que estaba pasando.

Rebecca dudó un momento, mirando con temor y preocupación a la chica de ojos miel en frente de ella.

-No recuerdo nada. No recuerdo cómo me lastimé, cómo llegué aquí...ni cómo me llamo. No recuerdo quién soy.- dijo en voz muy baja, con la mirada hacia el piso, y un gesto derrotado en sus hombros.

Las dos chicas se miraron fijamente por unos minutos. Freen no podía creer la mala suerte que tenía. De todas las personas que podía rescatar, justo cayó con una chica con amnesia.

Toda clase de pensamientos pasaban por su cabeza. ¿A dónde llevaría a Rebecca si ella no recordaba quién era? Podría simplemente dejarla en el hospital, y listo. Aunque eso también le preocupaba, al parecer tampoco hablaba thai, y eso dificultaba las cosas. Freen estaba segura que la identificación era de la chica. Su fotografía no mentía. Quizás podría googlear su nombre, a ver si salía algo sobre ella.

Rebecca seguía mirando con temor a Freen. Aún no estaba segura si podía confiar en ella. Diablos, ni siquiera estaba segura de quién era ella misma. Nada tenía sentido, era una pesadilla. Además, su cuerpo dolía horrores, y su brazo mostraba una lastimadura muy fea. Se sentía extremadamente cansada, confundida, angustiada. No sabía qué hacer. Todo le daba vueltas, y su visión empezaba a llenarse de manchones negros, tapando toda la escena. Su cabeza se sentía pesada, sus rodillas se estaban doblando. Todo su peso era demasiado para soportarlo.

Freen veía como Rebecca poco a poco perdía el color de las mejillas, viéndose cada vez más pálida. Casi por instinto se acercó a la chica y llegó a atajar su caída cuando se desmayó.

Fuerzas naturales | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora