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Obsesionado, esa era la palabra que describía la situación actual de Min YoonGi. 

Y es que, si alguien le hubiera dicho hace meses, que en un futuro estaría detrás de los huesitos de un universitario, se hubiera reído como nunca. 

Mierda, había quedado como idiota ante Namjoon, quién fue el que le dijo que dejara por la paz al pobre chico. Se supone que sólo tendría que ir por su maletín, matarlo y listo, pero por supuesto, YoonGi siguió su estúpido instinto, dejando vivo y libre al chico. 

Pero él no era la clase de tipo que le gustaba matar por placer, la verdad es que, no le gustaba matar en general, realmente no era un aficionado de hacer sufrir a la gente. Él sólo quería hacer su trabajo y listo, las veces que había matado fueron porque le pagaron mucho dinero, o porque eran personas que se metían en medio de sus negocios, pandillas estúpidas creyendo que podrían contra ellos, otras veces, sólo mataba personas que realmente merecían morir. 

Él no era la mierda de hombre que mataba niños, mujeres y personas inocentes, mientras se mantuvieran lejos de sus negocios y no le jodieran el trabajo, él era feliz. 

Sinceramente, le sorprendió cuando hace un mes, estuvo en el departamento de aquel chico y éste se veía más inquieto y nervioso que con miedo, la mitad de las personas asustadas ya se hubieran lanzado a sus pies a rogar que no los mataran. 

Y grande fue su sorpresa al ver como JiMin, solamente respondía sus preguntas con nervios pero sin necesidad de rebajarse a pedir piedad por su vida. 

De acuerdo, sí, estaba mal, no podía evitarlo. 

Le jodia que Namjoon le repitiera que con sólo un oral había quedado flechado, lo cual era una mierda, porque no estaba flechado, no, estaba encaprichado y obsesionado con ese estúpido niño. 

—Aquí está. 

YoonGi abandonó sus pensamientos para enfocar su atención en los dos chicos que habían entrado en su oficina, Jeon dejó caer una carpeta sobre su escritorio y a YoonGi parecieron brillarle los ojos. 

Entre los dos chicos en la habitación se miraron, extrañados por la repentina actitud de su jefe. 

—Jungkook tuvo que amenazar al señor para que destruyera el auto de JiMin — habló Seonghwa. 

El pelinegro alzó la mirada hacia ellos, Jungkook bufó mientras le daba una mirada cargada de enojo a su compañero, ese idiota nunca sabía cuando era bueno cerrar la boca. 

—¿Amenzar? Te dije que lo sobornaras. 

Jeon tragó con dificultad y se acomodó el cuello del traje que traía. 

—Bueno, técnicamente quise comprarlo, pagarle demasiado dinero. Pero el viejo es realmente fiel a sus clientes, no quiso dar su brazo a torcer, así que tuve que sacar mi arma y apuntarle a la cabeza. 

—Y no a la de arriba.— aclaró Seonghwa con una divertida expresión. 

YoonGi rodó los ojos y negó. —Te daría dos puñetazos sólo por la estupidez de haber amenazado al hombre, pero lo dejaré pasar porque obtuviste lo que quería. 

Jeon sintió que el alma le regresaba al cuerpo, conocían a su jefe, YoonGi no era de las personas que amenazaban a gente inocente sólo porque sí, a menos que está persona tuviera algo suyo o le trajera problemas, entonces lo hacía. Por esa razón había quería convencer al hombre con dinero, pero cuando vio que el tipo no iba a acceder, tuvo que verse obligado a sacar su arma y apuntarle para que lo hiciera.

Arruinar el auto de Park JiMin era muy infantil de parte de YoonGi, pero entonces, obtendría ventajas, y con ventajas obtendría a Park JiMin de nuevo. 

GUILTY¹ | YoonMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora