Capítulo 26

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Vanessa Loyra.

Tenía cinco años.

Hasta cierto punto estaba acostumbrada a ver y escuchar a mis padres discutir por cualquier cosa, aunque a veces intentaban que yo no me enterara de esas discusiones, no funcionaba.

Ese día escuché el auto de papá llegar a casa, salí corriendo para recibirlo y él me cargó e hizo que diera vueltas en el aire, besó mi mejilla y preguntó por mi madre, después entró y me pidió que me quedara en la cocina hasta que él regresara por mí.

Me arrepiento por no haberlo obedecido.

Me aburrí y subí a la habitación de mis padres para preguntar si podía comer un caramelo. La puerta no estaba completamente cerrada y cuando estuve lo suficientemente cerca pude escucharlos discutir.

Muchas veces digo que recuerdo ese día a la perfección, pero la verdad es que gran parte de la discusión se borró de mi mente. Quisiera poder recordar cómo empezó todo para poder sentirme mejor pero simplemente no puedo, y es tan horrible porque lo único que recuerdo me hace pensar que yo fui la culpable de todo.

Supongo que me asomé a la habitación porque recuerdo haber visto el rostro de mi madre con el maquillaje corrido por haber estado llorando, papá estaba sentado a la orilla de la cama sobando su frente, cosa que hacía cuando estaba cansado o cuando mamá hablaba sin parar durante mucho tiempo.

—Tienes una hija, ¿eso no es suficiente para que te quedes?

Papá se puso de pie y habló de una manera tan dura que hasta el día de hoy me siguen dando escalofríos cada que recuerdo sus palabras.

—Yo ni siquiera quería una hija.

Ese fue el golpe más grande que recibí.

Amaba tanto a mi padre y creí que él también me amaba tanto, que escucharlo decir que no me quería fue muy doloroso.

Creo que mi madre dijo algo más, porque cuando volví a poner atención papá ya estaba insultando a mamá.

—Eres una maldita loca, la única razón por la que aguanté tanto tiempo fue por Vanessa.

—Entonces quédate por ella.

—Ella ya no es suficiente.

Bajé corriendo las escaleras, me escondí en el sofá mientras lloraba y abrazaba mi muñeca. En mis pensamientos de niña pequeña solo podía pensar en que papá dijo que no me quería y que tampoco era suficiente para él.

Ni siquiera me di cuenta de lo que estaba pasando en realidad.

Los gritos de mamá se escuchaban pero me encontraba tan perdida en mis pensamientos que nunca supe que era lo que ella gritaba.

Solo escuché como alguien bajaba rápidamente por las escaleras, papá llevaba consigo una gran maleta y mamá lo seguía de cerca sin dejar de llorar y de insultarlo. Cuando ambos salieron de la casa yo los fui siguiendo.

Antes de subir al auto, papá se giró hacia mí. No sé si me miró con decepción, arrepentimiento, ira o dolor pero definitivamente no fue una mirada de amor.

Mi madre se quedó a mi lado, ambas vimos cono papá se iba en su estúpido auto negro y se alejaba para no regresar.

Nunca lo volví a ver.

Mamá murmuró algo antes de entrar de nuevo a la casa y encerrarse en su habitación. Entendí una cosa, antes quería pensar que solo escuché mal lo que dijo pero ahora, creo que ya me convencí.

—Todo esto es tu culpa.

La relación con mi madre se rompió. Conforme fui creciendo las discusiones con ella aumentaron, normalmente se debían a que yo actuaba de forma que, según ella, no era la indicada.

Granos de CaféWhere stories live. Discover now