Capitulo 2

184 36 111
                                    

Dharani Ferrajoli

La verdad es que acostumbro llegar a las fiestas en compañía de mi hermano, separarme de él y quedarme por mi lado y después reunirnos para regresar a casa. Hay ocasiones en las que decido llamar un taxi e irme a casa sola o con Noelle en todo caso, con Orland monitoreándome, a menos que esté muy borracho.

Esta vez pasó... algo diferente: llegué con mi hermano, estuvimos juntos un par de horas, nos separamos y ahora voy camino a casa, la única diferencia es que no voy sola y tampoco voy en compañía de Noelle.

El encuentro con Edward no se quedó en una simple presentación, conversamos un rato y cuando le dije que prefería irme a casa insistió en acompañarme. No negaré que al principio me dio un poco de pánico caminar sola con un chico que acabo de conocer, pero al final terminó ganándose un poco de mi confianza y acepté que me acompañara.

Por supuesto que le avisé a mi hermano que me iría, inclusive él llamó a nuestro taxista de confianza.

Lo que definitivamente no esperaba era que Edward subiera al taxi.

Durante nuestro camino él trató de sacar temas de conversación al azar, sin embargo yo me seguí sintiendo un poco incomoda, supongo que es específicamente por estar sola con alguien a quien acabo de conocer, lo único de lo que pudimos hablar fue que ambos asistimos a la misma universidad.

Fue más fácil hablar con el conductor del taxi, a quien ya conozco, que con el chico.Al final supongo que él fue quien se sintió más incómodo.

―Es aquí cerca ― le indico al chico y comienzo a buscar mi dinero sin embargo una mano impide que continúe buscando entre mis cosas.

―No te preocupes, yo pago.

Antes de que siquiera me diera la oportunidad de protestar el castaño le entrega un billete al conductor y le indica que conserve el cambio. Supongo que ahora no puedo decir nada así que simplemente le sonrío y bajo del vehículo el cual ya está detenido frente al edificio.

Reconozco que estar prácticamente debajo de casa me hace sentir más segura, al menos no estoy en un callejón oscuro o en un lugar con muy poca gente.

Edward se queda subido en el taxi porque creo que planea que también lo lleven a otro lugar, posiblemente a su casa. También le pide al conductor que espere un poco antes de irse.

—Gracias —termino diciéndole al chico.

Él sin mirarme se encoge de hombros y comienza a observar todo a su alrededor, sé lo que está buscando sin embargo específicamente a la altura en la que nos encontramos no se alcanza a mirar, los edificios lo cubren y la distancia misma no permite verlo desde la calle.

—No lograrás verlo desde aquí —llamo su atención y finalmente él me mira —necesitas subir —con mis dedos índices apunto hacia arriba.

—Apuesto que desde tu piso alcanzas a verlo perfectamente ―me muestra una sonrisa de lado —tengo muchas ganas de verlo.

Para mostrar un poco de seguridad ruedo los ojos y decido acercarme a la entrada del edificio y abstenerme a responder a su comentario, sin embargo siento su mirada fija en mí y antes de adentrarme tomo un suspiro regreso al vehículo.

—El coliseo Romano está a unas cuantas calles de aquí, no debes caminar mucho tiempo para llegar —observo su rostro confundido y no sé si debería sonreír o apenarme por lo que he dicho —un gusto conocerte Edward.

No doy ni un solo paso cuando nuestras manos hacen contacto y provocan que me detenga y que mi mirada choque con esos ojos que me dejan totalmente paralizada.

Granos de CaféOù les histoires vivent. Découvrez maintenant