Acto 1.2

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¿Conocéis esa sensación de saber que empieza algo en tu vida que te va a suponer un reto?

Pues justo sentí eso cuando me enteré de que Ainhoa volvía a casa y que encima esta vez era para quedarse.

De alguna forma, es una más de la familia y, sin embargo, nunca fui capaz de verla con buenos ojos.

Y eso que sé que mi padre, a pesar de ser un trozo de pan blandito, no suele meter en su vida y mucho menos en su familia y en su casa, a nadie que le provoque una pizca de desconfianza.

Pero también es verdad que Ainhoa llevaba metida en casa desde que tenía 10 años y después, por circunstancias que nunca me quedaron demasiado claras, fue yendo y viniendo hasta el día de hoy. Y claro, supongo que en esos tiempos la gente puede cambiar ¿no?. El caso es que había algo en ella que no me gustaba, y de ahí no iba a bajarme nadie.

Hice acto de presencia en su recibimiento porque mi tía Marta insistió mucho, pero después no pensaba quedarme a la cena para hacer el paripé y para escuchar como nos contaba lo bien que le había ido todo en Holliwood y trabajando en super producciones en estos últimos años.

Así que quedé con Paolo para hacer lo de siempre hasta la hora en la que nos íbamos a encontrar con Chema y Luci en el Chelsea.

Y sí, lo de siempre era irnos a su casa, ensayar alguno de sus bailes y después acabar en la cama, o en la ducha.

— Has estado como distraída ¿no? — Soltó aún jadeando mientras se secaba viendo como yo salía buscaba una toalla para mí.

— Pues no, he estado como siempre.

— No me lo ha parecido. De hecho hay algo de lo que no te has dado cuenta — Dijo socarrón. — Era una sorpresa que esperaba que vieras por ti misma, pero tendré que enseñártela yo.

— ¿Qué dices? ¿Qué sorpresa?

Él levantó su brazo y se acercó a mí. Allí pude ver unas letras debajo de su axila. Me acerque para leer bien.

­— ¿De verdad, Paolo? — Yo no sabía dónde meterme. — ¿Cómo se te ocurre tatuarte mi nombre?

— Porque me parece una palabra muy bonita y un nombre precioso, y porque quiero que estés siempre en mi piel. — Me agarró para volver a besarme.

— Estás loco.

— Por ti.

— Anda, vístete que vamos a llegar tarde como siempre.

— Pero si siempre llegamos tarde por tu culpa.

— Bueno, deja de discutírmelo todo.

— Tú estás muy rara hoy...

— Es por lo de Ainhoa, supongo. No me hace gracia que vaya a vivir con nosotros.

— ¿Qué Ainhoa?

Le miré achicando los ojos, y eso era mala señal.

— ¿Me lo estás preguntando de verdad?

— Sí.

— Estuve ayer hablándote de ella media hora, Paolo.

— ¿Ayer?

— Sí, ayer, mientras veías el fútbol — Le estampé la toalla del pelo en el pecho. — Eres más señoro que mi padre.

— Ay, es que si me hablas mientras veo la tele no retengo, mi amor. A ver, cuéntame, quien es Ainhoa.

— Ainhoa Arminza, la actriz.

— ¿Cómo? — Abrió los ojos como platos. — ¿La actriz que acaba de rodar la nueva de Marvel está en tu casa?

— Sí.

Templo. Luznhoa. Where stories live. Discover now