El lago

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 Una pesadilla con Cratón hace que me despierte de golpe, sudorosa
y malhumorada. Me siento rápidamente en la cama intentando
recuperar la respiración y giro la cabeza hacia la izquierda. El cuerpo
de Asher descansa boca abajo, con la cabeza hacia mí y uno de sus
brazos sobre mi cintura. El calor sube por completo hasta mi cara y
me paso las manos por el pelo para tranquilizarme.
No sé cuánto tiempo habré dormido, pero parece que ha sido poco.
Me tumbo de nuevo hacia atrás, sintiendo un hormigueo donde la
mano de Asher descansa sobre mi piel, y sé que no podré volverme a
dormir en estas circunstancias. Al menos ya no me encuentro mal
como antes.
Con cuidado retiro el brazo de Asher y consigo levantarme de la
cama. Avanzo con cuidado por la habitación iluminada por una única
luz tenue y salgo de la habitación sin hacer ruido.
Toda la casa está en silencio, así que con cuidado recorro el pasillo
hasta la puerta principal y salgo afuera. Algunos vecinos se pasean sin
fijarse en mí y no puedo negar que se me haga extraño.
Me siento empapada en sudor y tensa, así que decido ir a pasear
cerca de la casa para no perderme. Cuando comienzo a andar veo que
justo después de la casa en la que estamos hay un lago pequeño y
rosado, así que se me ocurre la mejor idea que podría tener.
El lago está un poco escondido, rodeado de árboles preciosos, así
que después de cerciorarme que no hay nadie cerca me quito el
vestido y me meto al agua tibia. Suelto el aire lentamente sintiendo
como mi cuerpo se va relajando. Avanzo un poco hacia dentro hasta
que el agua me cubre hasta los hombros y meto la cabeza dentro. Me
siento libre, tranquila y feliz después de todo por lo que he pasado
últimamente. Incluso me siento como una niña aquí dentro, pues fue
la única vez que me metí en un lago.
Recuerdo que a Eliana no le hizo ninguna gracia ver a su
descendiente metida con la ropa limpia en un lago donde todos podían
verme. Ya era suficiente con aguantar que todos me mirasen por mi
aspecto como para que encima me hiciese notar más, pero no me
importó. Me sentí libre y feliz, y me dio igual que me estuviesen
mirando todos.
Micah tuvo que meterse al lago para sacarme y comencé a reírme a
gritos, lo que agravó más la situación que estábamos viviendo.
Después tuvieron que explicarme que no era normal meterse en los
lagos donde habitan otro tipo de animales, pero yo me sentí parte de
algo más grande y no quise hacerles caso por mucho que les diese la
razón. Nunca más volvimos a pasar por algún lago.
Con cuidado comienzo a relajarme sobre el agua y termino
flotando con los ojos cerrados y la mente desconectada de todo y
todos. No sé si alguien se habrá despertado o será demasiado pronto.
No sé qué estará pasando con mi familia y con Cratón. Solo pienso en
mí.
Es tanta la relajación que tengo que no me doy cuenta de que hay
alguien en la orilla mirándome. Solo cuando una piedrecita cae al
agua cerca de mí me doy cuenta de que no estoy sola.
–Oh no... –susurro al ver a Asher mirándome fijamente con
seriedad. Pensará que estoy peor de lo que pensaba y que soy
repugnante por meterme al agua.
–¿Está buena el agua? –pregunta cuando estoy más cerca de él,
donde no tiene la necesidad de gritar porque puedo escucharle
perfectamente.
–Sí, pero no sé por qué me he metido. Sé que no está bien.
–Relájate, no te he dicho nada. Solo te preguntaba por la
temperatura del agua. Se te veía muy cómoda.
Conforme voy avanzando me fijo en su cara y veo como le cambia
el rostro completamente sin saber por qué. Sus ojos se posan sobre
mis hombros y me doy cuenta de que lo único que llevo puesto son
unas bragas porque dejé el vestido sobre la hierba de fuera. Sofoco un
grito y vuelvo a meterme dentro del agua, aunque lo único que se me
veía eran los hombros desnudos.
–¡Mira hacia otro lado o no podré salir! –grito nerviosa y
avergonzada a la vez que le doy la espalda para que no me vea la cara.
Cierro los ojos con fuerza y solo escucho el silencio. Seguramente
se habrá ido para darme intimidad, pero sigo estando igual de
nerviosa. Cuando me doy la vuelta para cerciorarme se me abre la
boca sin darme cuenta al ver que Asher acaba de meterse al agua sin
pantalones ni camiseta.
«Deja de mirarlo», me digo a mí misma una y otra vez, pero es
imposible.
–Nunca me había metido en un lago –dice como si nada antes de
meter la cabeza bajo el agua.
Cuando sale me sobresalto porque está más cerca que antes y me
cubro el pecho con los brazos, aunque no pueda ver nada.
–¿Y por qué te has metido entonces? ¿No lo ves... raro?
–No te voy a engañar, se me hace bastante raro, pero ahora te
entiendo. El agua está increíble y tiene algo que te hace sentir...
–¿Libre?
Levanta la mirada hasta mis ojos cuando termino su frase y siento
como me taladran sus perfectos ojos.
–¿Te gusta sentirte así? –pregunta con curiosidad.
–No, yo solo... pensaba que ibas a decir eso.
–¿En serio?
Agacho la cabeza para apartar la mirada de él y deseo con todas
mis ganas salir de aquí cuanto antes.
–¿Sabes? Creo que te gusta sentirte libre y por eso entras en este
lago, pero también es verdad que has acertado al terminar mi frase
porque a mí también me gusta. Que no haya visto a nadie meterse en
un lago no quiere decir que esté mal, solo que el resto del mundo no
disfruta de las pequeñas cosas que tú sí puedes ver.
–Yo no puedo ver nada diferente al resto. Simplemente se me fue
la cabeza.
–No soy tu enemigo, Val. No tienes por qué mentirme. Ni siquiera
lo consigues, así que deja de luchar contra mí y contra ti misma.
Cuando termina de hablar le tengo justo al lado, pero sigo sin
poder levantar la cara para mirarle. La vergüenza sigue haciéndose
cargo de toda la situación.
–Te queda muy bien el pelo mojado –susurra.
«Por favor, cuerpo, hazme caso y quédate quieto.»
–Gracias.
De nuevo vuelve a meterse bajo el agua y le pido al cielo que no
pueda verme nada por debajo. Me siento expuesta al completo, pese a
tener el pecho cubierto por mis brazos. Cuando sale se echa el pelo
hacia atrás y se me cae el alma a los pies al verlo tan increíblemente
sexy. Con su pecho perfecto mojado y el brillo de sus ojos más
llamativo que nunca. Sin embargo, siento un cambio en su cara
mientras me mira que no sabría definir.
–Val, debería decirte algo.
–¿El qué?
Asher se acerca un poco más a mí hasta quedar a pocos
centímetros de mi cuerpo y se me hace imposible alzar la mirada para
mirarle a los ojos. De hecho, estoy segura de que puede escuchar los
latidos de mi corazón.
Sin más sube su mano hasta mi mejilla y me acaricia con dulzura
haciendo que cierre los ojos ante el contacto. Me muero por saber qué
es lo que tiene que decirme, pero justo ese pensamiento es el que hace
que me despierte del atontamiento que tengo. Esta es la enfermedad
de Limerence, no soy yo.
–No me hagas esto, por favor –susurro, poniendo mis manos sobre
su pecho desnudo.
Sé que si él bajase la mirada podría verme desnuda, pero no lo
hace. Confío tanto en él que sé que no lo hará.
–¿Hacerte el qué?
–Tengo Limerence, Asher. Tal vez no sepas lo que es, pero...
–Claro que sé lo que es –dice sin dejar que termine de hablar.
Claro, es tan obvio que lo sepa... seguramente a eso se refería cuando
hablamos y me dijo que yo podía tener sentimientos. Seguramente se
dio cuenta de que estaba enferma.
Agacho de nuevo la cabeza y él me la levanta hacia sus ojos con
cuidado.
–No estás enferma, Valeria. No tienes ninguna enfermedad.
¿Quién te ha dicho que tienes Limerence? Eso es algo que tenían
algunos antepasados nuestros, no tú.
Unas lágrimas consiguen resbalar por mis mejillas y cierro los ojos
para evitar su mirada.
–¿Entonces por qué crees que lloro? Nadie más lo hace. Nadie se
ríe, sonríe o se enfada. Nadie se mete en un lago donde habitan
algunos animales. Nadie siente dolor en el pecho o el estómago.
–Eso no es verdad –susurra, bajando su mano por mi mejilla hasta
detrás del cuello, acercándome lentamente a él.
–Tú sabes que es verdad lo que digo. Lo has sabido desde que me
viste por primera vez. En estos momentos tengo tantos sentimientos
que ni siquiera sé cuál es el que predomina. Es una locura.
–Entonces yo también estoy enfermo –gruñe justo antes de pegar
sus labios a mi mejilla y hacer que un sonido brote de mi garganta.
Cierro los ojos involuntariamente a la vez que siento un enorme
cosquilleo subiendo desde los pies hasta la cabeza, pasando por todas
las partes sensibles de mi cuerpo. Sin saber por qué, humedezco mis
labios con la lengua y me concentro en todo lo que Asher me está
haciendo sentir.
Lentamente acerca sus labios a los míos y los siento suaves y
húmedos. Los míos tiemblan por la necesidad de que termine con esta
tortura y los pegue del todo a los míos. Sin aguantar más paso mis
manos temblorosas por su cuello y él baja las manos hacia mi cintura,
alzándome sobre su cuerpo. Nuestros labios siguen sin juntarse del
todo, pero nuestros cuerpos hablan por sí solos. Las respiraciones se
mezclan más agitadas que nunca y por un momento le creo en lo que
me dijo de que él también está enfermo. No puede ser real lo intensa
que es nuestra conexión.
Mi pecho se pega al suyo y escucho cómo gime involuntariamente.
Solo por escucharle así haría lo que fuese. Sin esperar más, pego
despacio mis labios a los suyos y siento la necesidad de ir más allá.
Algo me dice que con eso no basta. Abro un poco los labios y busco
su lengua, pero cuando la encuentro exploto de placer y necesito más.
Mucho más. Las manos de Asher se familiarizan con mi cuerpo
mientras los dos gemimos metidos en el agua.
Aire. Necesito recuperar el aliento. Pero no quiero parar, quiero
llegar más allá aunque no sepa cómo.
–Val, tengo que contarte algo –susurra cuando nos separamos para
tomar un poco de aire–. Necesitas saber que no estás enferma.
–¿Cómo que no?
–Verás, tú...
De pronto una voz lejana le interrumpe y deshace la burbuja en la
que nos habíamos metido. La voz de Mihai llamando a Asher cada
vez se hace más clara, como si estuviese más cerca, y corremos hasta
la orilla antes de que llegue y nos encuentre dentro del lago.
–Espera aquí, iré a entretenerle para que no te vea.
Rápidamente sale del agua y corre hacia su ropa. Se pone los
pantalones y lleva la camiseta en la mano mientras corre hacia la voz
de Mihai.
Espero hasta que estoy más tranquila y me cercioro de que nadie
puede verme saliendo del lago. Los árboles de alrededor ya se
encargan de mantener esto escondido, pero aun así no me fío mucho.
Cuando estoy segura de que nadie me ve, salgo del lago y me pongo
rápidamente el vestido, pero me quedo ahí tumbada en el césped con
la respiración entrecortada y los labios todavía hinchados por el beso
con Asher.
No sé qué nos ha pasado, pero estoy segura de que no ha sido nada
bueno. Ahora ni siquiera sé cómo mirarle a la cara, tal vez él esté
pensando lo mismo que yo. ¿Y qué quería decirme con que no estoy
enferma? Si no fuese porque Mihai nos interrumpió ya sabría lo que
quería decir con eso. Maldita sea.
Cuando tengo el pelo un poco más seco me levanto del césped y
camino nerviosa hacia la casa en la que nos han acogido. Al llegar me
encuentro con Asher y Briseida al lado del coche mirando algo de
dentro y me hierve la sangre. Mihai está cuidando unas plantas que
tienen frente a la casa y Cofelia debe estar dentro.
–Mira, ahí está –escucho decir a Briseida por encima del capó,
mirando hacia mi dirección.
A su lado se coloca Asher y me miran los dos fijamente.
–¿Dónde estabas? He tenido que ayudar a Asher con vuestro
buscador, ¿sabes?
Miro a los dos sin saber qué decir y me acerco al coche lentamente
con sus miradas todavía clavadas en mí.
–¿También saliste a correr? –me pregunta Asher, clavándome la
mirada para que siga la mentira.
–S–sí. ¿Cómo va el buscador?
Asher rodea el coche con algunas herramientas en la mano y se
dirige hacia mí con naturalidad, sin saber que por dentro estoy en
llamas.
–Está casi terminado, solamente le faltan unos arreglos. ¿Tienes
hambre?
Sus ojos me taladran con intensidad y me sorprende que nadie note
nuestra conexión. Todo lo que dice parece tener segundas intenciones,
aunque seguramente que no sea así.
–¿Tú vas a comer?
–Todavía no. Me pidió Briseida que la acompañase hasta la cúpula
antes de irme porque antes solíamos ir hasta allí para dar un paseo y
hablar de nuestras vidas y no pude negárselo. Puede llegar a ser muy
pesada –dice en voz baja para que ella no nos escuche.
–¿Y vais a ir solos?
–Sí, pero no tardaremos mucho. Solo será un paseo corto.
–¿Y qué se supone que haré yo con Mihai y Cofelia?
Algo dentro de mí se enciende y no es precisamente algo bueno.
No me gusta la idea de que haya dicho que ella es muy pesada, que
vayan a pasear a solas y que esté completamente entregada a él. Ya
dejó claro que quería formar una familia con él y no parece que vaya a
dejar las cosas estar tan fácilmente.
–No tardaré mucho, Val.
–Oh, por favor, qué absurdo es todo esto. Pasadlo bien.
Me doy la vuelta justo cuando Briseida llega hasta nosotros y no se
me pasa por alto el vestido rojo que lleva puesto, demasiado corto y
perfecto para hacer que Asher y cualquier hombre se fije en ella.
Camino rápido hasta Mihai e intento olvidarme de ellos, pero me es
imposible.
–Hola Mihai, ¿puedo usar la ducha antes de comer?
–Hola Valeria. Sí, ya veo que tú también saliste a correr como
Asher. Cofelia dejará tu comida en la cocina para cuando salgas del
baño.
–Gracias, de verdad.
Antes de entrar en la casa miro por encima del hombro y veo a
Asher apoyado en el coche mirándome mientras Briseida le habla de
algo que ni siquiera está escuchando.
Entro por fin en la casa con el corazón encogido y paso de largo
sin saludar a Cofelia, más que nada porque ella no querrá ni verme.
Entro en la habitación y veo que nuestra maleta está sobre la cama.
Saco algo de ropa limpia y entro en el baño.
Debajo de la ducha dejo que corran las lágrimas que me han estado
sofocando y paro cuando no puedo más. Al terminar me seco bien el
cuerpo y me pongo unas bragas, unos pantalones cortos y una
camiseta de tirantes sencilla. Con todos los vestidos que tengo no me
apetece ponerme ninguno. Y menos después de ver a Briseida con ese
vestido espectacular.
Me seco un poco el pelo y guardo el resto de la ropa en la maleta.
Subo hacia la cocina y por suerte no hay nadie, así que me acerco a la
comida que Cofelia me ha dejado sobre la mesa y hago un esfuerzo
por comerme todo, ya que anoche no fui muy amable marchándome
con el plato casi lleno y encima vomitarlo todo.
Cuando termino recojo todo para dejarlo limpio y salgo de la
cocina hacia la puerta de la entrada, pero la voz de Cofelia hace que
me pare. Su voz sale de una de las habitaciones que hay a lo largo del
pasillo, pero lo que hace que me quede quieta es el hecho de haber
escuchado mi nombre.
–Tiene algo raro esa chica. Fíjate en su pelo y en sus acciones.
–No empieces, Cofelia –dice la voz de Mihai con dureza.
–Tú también pensaste lo mismo cuando la vimos, no hagas como si
nada. No quiero volver a pasar por todo eso.
–Ya basta.
–Es la descendiente de los trabajadores del Centro de
Investigación, sabes lo que eso significa. A los antiguos
investigadores les pasó lo mismo con su descendiente y ya ni siquiera
salen de su casa. ¿Cómo era el nombre de la chica? ¿Uxia?
–He dicho que basta. Se irán dentro de poco, así que aguántate las
ganas de abrir la boca y fastidiarles todo. Nosotros no tenemos que
involucrarnos en nada de eso, así que se acabó la conversación. Iré a
ver si Valeria necesita algo.
–Valeria. Hasta el nombre me da escalofríos.
Cuando escucho los pasos de Mihai acercándose corro con cuidado
hasta la puerta de la entrada y salgo afuera. Y corro hasta que no sé
siquiera dónde me encuentro. Los pulmones me arden por falta de
aire, pero ya no tengo más lágrimas que derramar.
¿A qué se referían con todo lo que estaban hablando? ¿Acaso soy
tan rara que no debería haber existido por alguna razón? Necesito
respuestas y espero saber dónde encontrarlas.  

LIMERENCEWhere stories live. Discover now