capítulo 11

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Hyunjin se puso rápidamente de pie y de un tirón paró a Felix a su lado, lo acercó a él lo más que pudo. Había alguien allí, y él estaba dispuesto a enfrentarse a quien fuera con tal de que el rubio no fuera lastimado.

Felix se aferró a él como si su vida dependiera del pelinegro. Otro trueno sonó, el menor ahogó un grito.

—Tengo mucho miedo, Jinnie —murmuró con un hilo de voz.

—Tranquilo pecas... no voy a permitir que nada te pase —le aseguró él.

Le tomó una mano y entrelazó sus dedos. Buscó algo para protegerlos a ambos, y en sus pies encontró un largo palo de madera. Iba a atacar con eso si era necesario.

—¿Pero qué demonios pasa aquí? —dijo una vieja y rasposa voz.

Y de repente una luz se prendió sobre sus cabezas, ambos entrecerraron un poco los ojos y luego miraron al frente.

Felix por poco y se desmaya, pero comenzó a calmarse al ver que no era un monstruo, ni nada por el estilo lo que estaba ahí.

Solo era un viejo y arrugado hombre que los apuntaba con una vieja escopeta. Vestía un anticuado piloto color patito, tenía botas y sombrero de lluvia. Hyunjin lo miró bien, entonces su boca se abrió del asombro. ¿Podría ser él? ¿Era aquello posible?

—¿Señor Choi? —inquirió.

El anciano bajó la escopeta y los miró bien.

—Sí, ese soy yo —dijo y se quitó el sombrero de lluvia—. ¿Quiénes son ustedes y qué hacen en mis tierras?

—Soy Hwang Hyunjin, señor. Peón de la estancia de los Lee —le contó—, y él es Lee Felix, hijo del dueño.

Los miró consecutivamente, reparó en que ambos estaban algo desnudos, entonces sonrió mostrando unos amarillentos y astillados dientes.

—¿Qué hacen aquí y con esta lluvia, intentando hacer hijos? —Quiso saber y arqueó una ceja—. ¿Acaso iban a usar mi establo como lugar de encuentro prohibido?

Las mejillas de Felix no tardaron en mostrar su vergüenza y se ocultó mejor detrás de la espalda de Hyunjin.

—No, no señor Choi —dijo algo nervioso Felix—. Solo nos perdimos en la tormenta y nuestro caballo huyó. No pudimos volver.

Él los miró con algo de desconfianza.

—Bien —suspiró—. Voy a creerles —caminó hacia la salida cojeando—. Veo que han encontrado un poco de mis cosas secas pero voy a traerles ropa y algo para comer, será mejor que se queden aquí a pasar la noche, está tormenta planea quedarse hasta que amanezca.

Siguió caminando, Hyunjin solo lo miraba, pero quería saber un poco de él. Todo el mundo creía que ese hombre estaba muerto, y no lo estaba.

—Señor Choi —lo llamó él. El anciano se detuvo y se giró a verlo—. Todo el mundo cree que usted está muerto, ¿por qué no ha salido a desmentir aquello?

El hombre se encogió de hombros, y Felix vio la tristeza en sus grisáceos ojos, según lo que el rubio sabía, o mejor dicho lo que su padre le había contado cuando era un niño, era que hace muchos años hubo un gran incendio en la casa de los Choi, en la que murió toda la familia, menos el hombre que estaba parado frente a ellos. Supuestamente Choi Minyoung había quedado completamente loco después de aquello, ya que no había podido salvar a su esposa e hijos. Entonces un día desapareció y nadie supo más de él. Se decía que se había suicidado y que su alma vagaba por aquellas tierras lamentando la pérdida de sus seres queridos.

—Es como si lo estuviera, muchacho —murmuró sacándolo de sus pensamientos.

Salió de allí, dejándolos solos y desconcertados. Hyunjin giró la cabeza para mirarlo.

salvaje | hyunlix Where stories live. Discover now