𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟎

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"Failed socialization"

A Jenna le estaba resultando complicado sobrellevar el hecho de que por las noches no podía dormir, los pensamientos eran tan odiosos que le quitaban el sueño. Ruth no sabía nada de esto, pero pudo notar cómo su amiga con el pasar de los días traía más y más ojeras, lo cual era raro.

La castaña seguía evitando el tema, no quería hablarle a Ruth sobre esas cosas, por varias razones: Ya la había aconsejado sobre el tema de Sam y Tom, no le había comentado nada sobre su carrera artística y por muy enojada que estuviera con su madre prefería seguir cuidando su privacidad.

Faltaban veinte días para navidad, las chicas del internado estaban emocionadas. La academia cada año se encargaba de preparar algún regalo y actividades para sus internas. Jenna y Ruth no eran la excepción.

Jenna se encontraba sentada en su cama con las piernas flexionadas contra su pecho y dejando caer la cabeza en ellas.

«Esto tiene que parar, no puedo seguir así... pero me está costando demasiado. Debe haber una explicación, ¿por qué mi madre no mencionaría jamás que estuvo aquí? Mejor dicho, ¿Por qué lo ocultaría? Esto es una mierda» pensaba y negaba con la cabeza.

―¡Joder! ―exclamó sin percatarse que su amiga acababa de entrar al dormitorio, sus músculos se tensaron―. Ruth... ―esbozó una sonrisa forzosa.

―¿Qué fue eso? ―preguntó intrigada.

―No fue nada.

―Bueno, pero ese nada sonó como si estuvieras muy frustrada, cielo ―respondió sentándose en el borde de la cama de Jenna―. ¿Quieres qué hablemos?

―No es necesario, ya te dije que no fue nada ―insistió.

―¿Crees que no me he dado cuenta? No estás durmiendo bien por las noches, tienes ojeras y no te he visto con ellas nunca, sabes qué puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿acaso te he rechazado una conversación en este último mes?

―No, lo siento.

―Charlemos entonces, no me gusta verte así.

―Vale. Me daba pena hablarte porque ya me habías ayudado con esto... me sigue dando dolor de cabeza el tema entre mi mejor amigo y el chico que... bueno eso ―negó con la cabeza.

―Mmm, bien. Lo sé, lo hemos hablado ya, aunque no me molestaría jamás si sigues pensando en ello, es lo normal ―posó su mano en la rodilla libre de la castaña―. No puedo darte toda la tranquilidad que necesitas, pero si puedo escucharte cada vez que eso te moleste, sin juzgarte.

―Lo necesitaba ―le dedicó una sonrisa la cual se borró cuando volvió a hablar―. Hay algo más...

―Siempre para ti, cielo. ¿Qué es?

―Sígueme, así te explicaré mejor.

Ruth asintió con la cabeza y se levantó de la cama junto a Jenna. La castaña caminaba un poco más adelantada, dirigiendo la conversación y la caminata. Bajaron las escaleras y se encaminaron hasta el largo pasillo. Ese lugar en el que Jenna siempre divagaba o se perdía entre las decoraciones.

Se detuvieron frente a un mueble de madera oscura con una puerta de cristal, dentro de él había algunas fotos y decoraciones. Jenna señaló una fotografía dónde salían cinco mujeres de unos diecinueve años.

―Esa es mi madre ―habló con la voz baja y se mordió el labio.

La pelinegra hizo silencio, se mantuvo atenta a la fotografía y le dio tiempo a Jenna para poder hablar nuevamente.

𝐋𝐎𝐕𝐄?  │  Tom KaulitzWhere stories live. Discover now