Maratón 2/2
No había hecho falta contarle nada a Didi; mi rostro hablaba por sí solo, al igual que el suyo, que parecía más triste de lo que jamás le había visto, como jamás había esperado verla. Su compasión no me abrumaba, como era de esperar, sino que me hacía sentir menos sola.—¿Tienes alguna idea de dónde puede estar tu hermana?
Negué con la cabeza.
—Pero creo saber cómo averiguarlo —hablé sin precisar. Didi asintió, comprendiendo al momento que era mejor que ella no supiese cuál era mi plan.
—Has de tener mucho cuidado. —Me cogió las manos entre las suyas con mucha delicadeza, como si pudiese romperme en cualquier momento. —Esos Reyes Menores te han engañado aun sabiendo que volverías y exigirías respuestas. —Se quedó pensativa durante unos instantes. —Como... como si quisieran que volvieras. Porque ¿por qué te iban a mentir si no? Si te hubieran dicho la verdad, tú no habrías vuelto y no les molestarías más. —Hizo comillas con sus dedos con lo último.
Ambas fruncimos el ceño.
—Eso no-no puede ser por mí, pero... ¿crees que están ocultando algo? ¿Algo que tiene que ver con mi hermana? —Solté ahogada.
Didi me apretó las manos.
—De ser así, significará que está viva, ¿no? Si la hubiese pasado algo, te habrían dicho directamente que está muerta en vez de marearte. —Afirmó, aunque dudosa, intentando darme esperanzas. No funcionó. No les encontraba sentido a sus palabras. Es más, me hacían creer que mi hermana podía correr un gran peligro.
Me pasé una mano por el cabello.
—Buscaré a un guardia ahora mismo para que pida una audiencia con los Reyes Menores lo antes posible. —Anuncié con mi voz temblorosa. Mi visión se ponía difusa de solo pensar en ver a Psychikos; mi cabeza se paralizaba momentáneamente.
Se me erizó la piel.
Didi se giró para observar todo nuestro alrededor.
—Nunca hay nadie por este jardín, excepto en la entrada. Vayamos a hablar con el guardia que esté de turno. —Didi se levantó del banco en el que estábamos sentadas y, de la mano, me dirigió entre los arbustos y flores. —Puede que sea más difícil encontrar a uno ahora mismo.
Fruncí el ceño.
—¿Qué quieres decir? ¿Ha pasado algo?
Ella se encogió de hombros.
—Si ha pasado algo, no tengo ni idea de qué. Tan solo he visto a un grupo enorme de guardias, bien equipados, yéndose del palacio. Sobre las nueve. Pero si pasase algo malo ya nos habría avisado alguien, ¿no?
Permanecí en silencio, pensativa.
—¿Hoy había declaraciones? —Pregunté.
—Sí, pero solo quedaban unos pocos por ir a los juzgados. Entre ellos había otros Cristales que llegaron al palacio después de que te fueras, pero en total no sumaban más de quince personas.
YOU ARE READING
El peón del rey (Coronas de Papel I) ©
Fantasy"Tan solo era un peón más en el tablero al que los reyes jugaban. No podía moverme de una casilla a otra por mí misma; ellos decidían por mí. Y habían demostrado tener el poder de sacarme o dejarme en el tablero. " Todos los seres vivos del reino de...