Luces cegadoras

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Domingo, 13 de abril de 2025.

—Oye, Aiko.

—¿Hm? —musitó la chica pelirroja dándose la vuelta para mirar a su amiga—. ¿Qué pasa?

—Cuando me dijiste de quedar contigo... —comentó Arisa, mirando a las otras dos chicas que venían con ellas—, creía que te referías a solo nosotras dos.

—¿Y perdernos estar un rato juntas? —contestó Honoka con su distintiva voz alta—. ¡Ni en sueños!

Las cuatro andaban en grupo por una de las muchas calles comerciales de Shinjuku, visitando varias tiendas conforme a lo que cada una de las chicas quería echar un vistazo. Tras una hora, seguían paseando y charlando.

—¡Ah, sí! ¿Visteis las noticias de ayer? —preguntó Honoka al resto.

—Veo las noticias la mayor parte del tiempo —contestó Satoko—, vas a tener que ser más específica.

—¡Tía! ¡Lo de la vigilante esa! ¡Le dio una paliza a unos ladrones en una tienda! —aclaró mientras imitaba poses y golpes de kung-fu.

Arisa se sobresaltó al oír aquello, cesando su caminar durante medio segundo para en seguida reanudar su marcha.

—¿U-Una justiciera? —preguntó Arisa, metiéndose en la conversación para fingir.

—Es verdad, recuerdo haber visto la noticia —añadió Aiko—. La gente la ha apodado "Spider-Girl".

—¡¿Qué?! —reaccionó Arisa con un grito que denotaba enfado; un momento después se tapaba la boca mientras sus amigas le miraban confundidas.

—¿Pasa algo, Arisa? —preguntó la pelirroja.

La chica agarró con fuerza la bandolera que traía; en su interior se encontraba su traje. No creía que pudiera pasar algo aquella tarde de domingo, pero creyó que no estaba mal prevenir antes que curar. Pensó durante un segundo qué debía decir hasta dar con una respuesta que tuviera sentido.

—¡E-Es decir! ¿Spider-Girl? ¿C-Cómo Spider-Man?

—Ah, el de Nueva York, ¿no? —contestó de nuevo la pelirroja—. ¡Es verdad! Te encantaba esa serie cuando éramos pequeñas. 

—¡E-Eso es! —respondió Arisa, no esperándose que ella recordara esa faceta suya.

—Yo ya ni lo recordaba —añadió Satoko—. ¿Estamos hablando de la de Toei?

—¡Yo me acuerdo! ¡Yo me acuerdo! —decía Honoka, levantando la mano con brío.

Honoka se movió frente a las otras tres y, adoptando una pose, cerró los ojos y su expresión se deformó a una de completa seriedad. Casi parecía otra persona.

—Soy el emisario del infierno —Hizo una serie de movimientos—, ¡Spider-Man!

Las chicas aplaudieron ante la imitación de la bajita mientras los transeúntes la miraban con confusión; alguno también se detuvo a aplaudir.

—Je, je. No he perdido mi toque —comentó Honoka, rascándose la parte inferior de la nariz con el dedo índice.

—Pero el Spider-Man ese —comentó la de cabello plateado, cambiado de tema—; el de verdad, no el de la serie. ¿No es también un vigilante en Estados Unidos?

—Sí, aunque la situación allí dista mucho de la nuestra —respondió Arisa—. Hay héroes, sí. Pero no lo son porque sea una profesión que cualquiera pueda tomar.

La excepcional Tangled-WebWhere stories live. Discover now