Tomar al toro por los cuernos

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—¡¿Qué es eso?!

—¡¡Corred!!

Al grito de la joven de pelo corto, las cuatro chicas huyeron hacia un callejón cercano con el tiempo suficiente como para no ser embestidas por aquel animal. Satoko, quien había sido la última en entrar, se asomó para poder echar un mejor vistazo de lo que estaba sucediendo.

—¿Qué narices es eso?

—¡Tía, tía, tía! —gritaba la de corta estatura—. ¡Un villano!

Esas palabras entraron en la cabeza de Arisa tan pronto como las oyó. Armándose de valor comenzó a reptar por la pared que tenía a su espalda, alejándose de sus amigas haciendo lo posible para no ser oída o vista en lo que llegaba a la cima del edificio.

—¿...Dónde está Arisa? —preguntó Satoko cuando dejó de asomarse para mirar al resto de sus compañeras.

Las demás se giraron para confirmar que, en efecto, Arisa había desaparecido.

Había llegado a la terraza. El edificio no era lo suficientemente alto como para poder cambiarse ahí sin que nadie pudiera verla, mucho más complicado iba a ser con el vestido que recién había comprado y llevado puesto al salir de la tienda.

—Maldición, tendré que improvisar.

Al ocultarse tras una unidad de ventilación, de su espalda comenzaron a salir hebras que, a medida que se iban extendiendo, formaron una cúpula alrededor de la chica; un capullo que la protegía de la vista de cualquiera que pudiera llegar a verla.

Tras unos segundos, los hilos y nudos que formaban el capullo se desligaron de vuelta a su espalda, dejando salir a la joven ahora vestida en su atuendo de justiciera metiendo rápidamente el conjunto en su bandolera y dejándola a un lado.

—¡No hay tiempo que perder! —Se dijo a sí misma en lo que daba el salto al vacío y comenzaba a balancearse por la calle comercial.

No tardó mucho en alcanzar al tipo que estaba causando aquel caos, interponiéndose en su camino y alzando los brazos. No esperaba que aquella acción tuviera sus frutos; el villano se había detenido en cuanto vio a la joven héroe.

Frente a ella se encontraba un hombre que daba la impresión de ser un villano con un Kosei que le daba la apariencia de un toro de pelaje azabache.

—¡Eh! ¡¿Qué crees que estás haciendo, grandullón?! —gritó la chica.

Ahora que lo veía más de cerca se vio abrumada por su colosal tamaño; podría medir alrededor de dos metros y medio perfectamente. Por suerte para ella, su expresión estaba oculta tras la máscara.

—¡¿Qué crees que estás haciendo tú, niña?! —replicó el villano—. ¡Quita de en medio y deja de molestar!

—¡Me niego!

Tan pronto como respondió, la chica dio un gran salto hacia el mastodonte, dándole un puñetazo con todas sus fuerzas.

—Je, je...

—¿¡Qué!?

—Tienes un buen derechazo, muchacha —bufó—. Deja que te enseñe cómo se hace.

El toro no dudó en lanzar un puñetazo hacia ella. La chica reaccionó con el suficiente margen como para esquivar el golpe, el cual dio de lleno contra el suelo de la calle y dejó una grieta enorme en este. Tras esquivarle, la chica comenzó a balancearse alrededor de su rival, cogiendo la suficiente inercia como para asestarle una patada de nuevo en su cabeza.

Aprovechando que seguía en el aire y por encima de él, deshilachó su mano para pegarla al suelo y tiró. Teniendo ahora un impulso descendente, volvió a asestarle otro puñetazo.

La excepcional Tangled-WebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora