Lo que soy

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Miércoles, 7 de mayo de 2025.

Era un día normal como cualquier otro en la Academia Hiken. El horario escolar seguía su curso, llevando a los de primer año a la pista de atletismo para comenzar la asignatura preferida del alumnado: Educación física.

—Odio educación física...

Suspiraba una deprimida Arisa sentada y cabizbaja.

—Sí, yo también —respondió Honoka a su lado—. Siempre termino última cuando toca correr.

Arisa no podía decirle a su compañera que la razón por la que odiaba esta asignatura no era porque fuera mala en ella. Todo lo contrario; sería la mejor no solo de la clase, sino de la academia en sí. Lo odiaba porque tenía que contenerse y, por muy sencillo que sonara en la teoría, era mucho más agotador en la práctica.

—Normal, eres paticorta.

—¡Oye! ¡No te metas conmigo! —replicó Honoka dándole un puñetazo en el hombro a la otra—. ¡Que tú acabas la penúltima incluso siendo tan alta!

La más alta de las dos trató de ocultar su risa. Esa pequeña conversación fue interrumpida por un silbato, seguido por el estruendo de las pisadas de los alumnos corriendo por la pista de atletismo.

—Mira, por ahí llega Aiko.

Nada más oír eso de Honoka, Arisa buscó impaciente a Aiko de entre los estudiantes que corrían. No tardó mucho en dar con el brillante cabello rojo de la susodicha, que corría en dirección a las chicas. Aquel momento era como si se estuviera reproduciendo a cámara lenta a ojos de Takahashi, viendo su pelo hacer una estela en vaivén como si fuera una estrella fugaz.

La chica entonces fue maniobrando para girar hacia su izquierda y tomar la curva de la pista, alejándose de los estudiantes sentados frente a los corredores.

—¡Eh! ¡Tierra llamando a Arisaaa!

—Ah, ¿qué?

—Vaya, Satoko tenía razón —comentó Honoka con una enorme sonrisa de cómplice en su rostro—. Sí que pones cara de boba cuando ves a Aiko.

Arisa se puso en pie enseguida.

—¡C-Claro que no! ¡Es solo que... es la que más destaca del resto!

—Je, je, je —rio entre dientes—, lo que tú digas.

La chica suspiró, tratando de calmar su inquietud. Honoka también se puso en pie para estar a la par con su amiga.

—Qué bueno que nos toque esta asignatura a la misma hora que los del otro grupo, ¿no~?

—Honoka, por Dios.

—Ay, el amor...

Arisa gruñó avergonzada. Hacía rebotar su pierna contra el suelo por los nervios y miraba hacia otra parte. Justo esa acción evasiva que solía tomar fue la que le hizo centrar su atención a otra cosa.

—¿Hm? ¿Qué miras?

Honoka se asomó para echar un vistazo. A unos metros de las chicas se había formado un grupo de alumnos que claramente estaban rodeando a otro. Al mirar con más detenimiento, Arisa pudo reconocerle.

—¿...Kanemaru?

—¿Quién? —preguntó Honoka, confundida.

Arisa no dudó ni un segundo en acercarse a comprobar qué estaba sucediendo.

—¡Deja de fastidiarnos, niñata!

Entre ese círculo de chavales se encontraba Erika de brazos cruzados y encarando a uno de los chicos en cuestión.

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