CAPÍTULO 17: ¡NADIE SE ESPERA A LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA!

25 6 2
                                    


"¿Estás seguro, Justin?"

"Sí, Ernie. Creo que lo necesito. Y también es por mis padres."

Hace rato que se han ido los demás, y mientras los últimos alumnos se desperdigan por la estación, los padres de Ernie charlan con los míos a poca distancia al otro lado de la barrera. Como no nos queda más de que hablar, nos quedamos callados un momento, jugando al esquiva la mirada el mayor tiempo posible. Gano yo.

"Como quieras. Nos veremos aquí a la vuelta en enero. Cuídate, ¿eh?"

"Tú también. "

Ernie coloca una mano sobre mi hombro, lo sacude amistosamente, me sonríe y se reúne con su familia. Sólo cuando mi padre se hace cargo del baúl y mi madre me revuelve el pelo mientras me comenta lo delgado que me estoy quedando, que si como bien en Hogwarts o me ha dado alguna tontería, me doy cuenta de que, por primera vez, no he echado en falta otra mano que me lo revuelva en el andén.

 Sólo cuando mi padre se hace cargo del baúl y  mi madre me revuelve el pelo mientras me comenta lo delgado que me estoy  quedando, que si como bien en Hogwarts o me ha dado alguna tontería, me  doy cuenta de que, por primera vez, no he echado en ...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En casa, la sucesión de acontecimientos felices me mantiene distraído unos días. Salgo con mis padres a hacer todo lo que me gusta, veo a parientes de distinta cercanía, los vecinos me preguntan que qué tal me va en la escuela, mi familia es tan generosa con los regalos como de costumbre, y no hay en verdad tiempo para aburrirse.

Pero cuando la novedad se pasa, empiezo a notar que en mi casa falta algo, y una noche me doy cuenta de que lo que me falta es una cama junto a la mía, y Ernie ocupándola con sus ronquidos.

Hasta el verano pasado, mi casa era territorio sagrado y dimensión alternativa a Hogwarts. Un santuario, por así decirlo, donde todo lo que ocurría al otro lado era como si no existiera, como si perteneciera al mundo de los sueños. Cedric fue siempre un sueño, antes y después, mientras yo estuviera en mi casa. No era real. Ernie, en cambio, estuvo en mi casa. Y ahora es como si las dos dimensiones se hubieran fundido sin remedio.

Una tarde, poco antes de fin de año, mi padre me descubre frente al televisor con la mirada perdida y se sienta a mi lado en el sofá.

"Justin, creo que va siendo hora de que hablemos."

Me lo quedo mirando con vaga sorpresa.

"Papá, si vienes a hablarme de sexo..."

Él se ríe.

"Tienes 16 años. No sé cómo lo hará la gente en el mundo mágico, pero imagino que algo te habrán enseñado."

Pienso en Cedric. Sonrío. Y luego suspiro.

"Algo. No te ofendas, pero no es algo de lo que quiera hablar contigo."

"No, hijo, de lo que quería hablar es de tu cara."

"¿Mi cara?"

"Sí, la cara que se te queda cuando estás en casa solo. Nos preocupaste el verano pasado, pero como cuando vino tu amigo te vimos más contento, dejamos el asunto correr. Y en el colegio, por tus cartas, siempre pareces muy animado. Pero ha sido volver y darnos cuenta de que tampoco ha mejorado mucho la cosa. Sigues dedicando demasiadas horas al televisor. Si al menos disfrutaras, lo entendería, pero no creo que los debates sobre la economía nacional sean lo que más te apasione en el mundo."

¡Hufflepuff Existe!Where stories live. Discover now