BALLISTER, EL MEJOR CABALLERO DEL REINO

217 14 6
                                    

En medio de la sala de entrenamientos, la tensión podía cortarse con un cuchillo,  aquello, más que un entrenamiento, parecía más una batalla carnal a vida o muerte, cuya banda sonora eran los quejidos y las respiraciones llenas de esfuerzo de los dos mejores caballeros del reino.

Ambrosius y yo. Por fin entrenando cara a cara y sin público de por medio, sin alumnos ni profesores. Solo nosotros y nuestras espadas.

Tras un par de movimientos en los que volqué toda mi fuerza y mi potencial, conseguí arrebatarle su espada y dejarle tendido en el suelo, desarmado y a mi merced. Intenté disimular mi cara de júbilo pero fue en balde, Ambrosius me conocía bien.

—Y...jaque mate. — Dije mientras le ayudaba a levantarse.

—Bal, Sabes que eres dos personas muy diferentes cuando estás luchando y cuando no lo estás haciendo, ¿verdad? Es como si...Gloreth te poseyera, o algo así.

—Tu en cambio, luchando o no, siempre sigues en tu estilo.

—¿En serio? ¿A qué estilo te refieres exactamente? Si, recuerdo que lo definiste como...irresistible. Es verdad.

—Es la tercera vez que lo mencionas. ¿Voy a tener que arrepentirme de haberlo dicho?

—En absoluto. De hecho, creo que es lo mejor que has dicho nunca. Podrías hacerlo tu lema estrella. "Soy Ballister Bravocorazón y creo que Ambrosius Lomodorado es irresistible".

—No te lo creas tanto, Lomodorado.

—Lo que creo es que eres un hombre de palabra y de honor. Así que en realidad no puedo no creerme cualquier cosa que digas.

Una sonrisa salió disparada de mis labios sin poder evitarlo. Si no fuera porque Ambrosius era un descendiente directo de Gloreth y lo respetaba demasiado, lo habría abrazado en ese mismo instante. Sin embargo, solo se limitó a decir:

—Gracias, Ambrosius.

—¿Por qué?

—Por ser una de las pocas personas de este instituto que cree en mí, y que me apoya. Deberías tratarme como a un rival y sin embargo...

—Ey, ey, para. — Me interrumpe, a la vez que clava su espada, que había recogido poco antes del suelo, en el soporte y da unos pasos hacia mí. — Tú no eres mi rival. Eres mi compañero. Y te trato como tal porque no mereces menos. No tienes que darme las gracias por eso.

Y para culminar la jugada que me había dejado sin palabras, Ambrosius rompió el muro invisible que se interponía entre nosotros y colocó su mano derecha en mi hombro, en un acto de confianza.

Mi primer pensamiento fue para Gloreth, y para admirar de nuevo como alguien de su descendencia podía ser tan bueno y amable conmigo. El segundo pensamiento, en realidad, fue para contradecirme, pues no quería quitarle a Ambrosius el mérito que tenía solo por compartir sangre con una antepasada conocida. No. Todo el respeto que me había demostrado era suyo, y no de Gloreth.

A quien yo admiraba tanto día tras día era a Ambrosius, no a Gloreth.

Y a quien debo agradecérselo todo, por más que el dijese lo contrario, también era a él.

—Se que hoy has hecho guardia y estarás cansado. ¿Te apetece que dejemos el entrenamiento y vayamos a...no sé, tomar algo, ver una peli o lo que te apetezca? — Incluso mientras las pronunciaba jamás hubiese dicho que esas palabras estuvieran saliendo de mi.

No, no, no. No estaba invitando a salir a Ambrosius Lomodorado, ¿verdad? No lo estaba haciendo.

—Me encantaría, Bal...pero no puedo. Ya...ya he quedado.

—Oh...

Lo había hecho. Y además me había rechazado. No podía sentirme más patético.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes. Es...normal, eres irresistible, ¿Recuerdas? Tienes una agenda muy apretada.

—Si lo hubiera sabido no...pero en fin, le dije a Dreyfus que nos veríamos y no quiero volver a plantarle, ya sabes...

Con su ex. Ambrosius había quedado con el chico de ayer. De repente todo me resultó tan obvio que quise excavar un agujero en el suelo y meterme dentro para siempre.

Pero bueno, no exageremos. Solo era un plan de amigos al que él no ha podido apuntarse, nada más. No es como si le hubiera pedido casarse conmigo o algo así, cosa que por otra parte tampoco haría nunca.

—Bal, ¿estás bien?

—Si, si claro, diviértete.

—¿Y tú? ¿Qué vas a hacer?

—Seguramente me quede entrenando un poco más, ayer ya perdí mucho tiempo sin entrenar. — Y aunque no quiero que suene a pullita o golpe bajo, algo de dolor reprimido en mi voz si que hay. Espero que Ambrosius no lo haya notado.

Pero no me arrepiento de haber ido ayer. En realidad, me arrepiento de haberme distraído con mis pensamientos. No necesitaba a ningún Ambrosius para entrenar y demostrar que pueda llegar a ser un buen caballero. Toda la vida he entrenado solo y seguiré haciéndolo. Me esforzaré el triple si hace falta para que en el próximo combate ninguno de los alumnos presentes pueda hacerme frente.

Ambrosius, ajeno a mi corriente de pensamientos, solo sonríe, dando la causa por perdida. Me revuelve el pelo y empieza a caminar hacia la salida. De fondo, le oigo decir:

—Al margen de las bromas, creo que tú lema debería decir algo así cómo: "Soy Ballister Bravo corazón, y soy el mejor caballero del mundo". Porque créeme, lo serás algún día.

Y aunque no iba a tomar nada ni ver ninguna peli con él, me dejó igualmente una sonrisa en los labios que me duraría el resto de la tarde.

Caballeros de GlorethWhere stories live. Discover now