Capítulo XIII.

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Durante la madrugada de aquella noche de luna llena sólo se podían ver sirenas de ambulancias y patrullas policiales por doquier, los paramédicos que entraban y salían desde la puerta principal de la Universidad Artois. 

A lo lejos se podía observar la punta de la torre eiffel y de ella una luz de farol iluminaba a la ciudad de París. Al menos algo de luz había entre medio de tanta oscuridad. Aunque si miraba a mi alrededor más de cien ambulancias se distribuían a la redonda para retirar a los cadáveres

—Abran paso.—pronunciaban los paramédicos.

No tardaron demasiado en pedir que nos retiraramos del establecimiento, ya que esa noche se había convertido en la escena de un crimen. Todos se encontraban desconcertados, el director Chandler decidió renunciar, no podía controlar más a aquella institución del diablo.

Además los padres de los alumnos fallecidos, lo culparon de negligencia a lo que enfrentaba a cargos por prisión perpetua y otras denuncias por la que pedían la pena de muerte. La prensa detrás de los vallados intentaban capturar cada momento del atroz suceso, que parecía haberse realizado a propósito según la policía forense.

Max Cady, al ver las noticias no podía creer lo que estaba ocurriendo, su amante el director Chandler era trasladado en una unidad local de las patrullas policiales, con esposas, todo se había transformado en la típica escena en la que la policía protege al malviviente de la prensa para no exponerlo hasta antes de ser juzgado. En ese momento Max sintió que su amante se había vuelto un desconocido, parecía que se había olvidado de todos los recuerdos que habían pasado juntos, como de las noches que habitualmente pasaban juntos.

En las calles se sentía una brisa casi helada, el viento golpeaba los rostros y traspasaba los huesos, fue en ese momento que en el cielo se fueron formando nubes, tantas se formaron que taparon la luna llena de aquella noche. De este modo los truenos y relámpagos empezaron a sonar con tanta fuerza que hicieron que comenzara a llover, tanto llovía que era imposible quedarse en cualquier parte de las calles.

Luego de que la lluvia invadiera todo lugar en el exterior, Richard y yo nos fuimos a su departamento a unas pocas cuadras de la universidad, subimos a mi automóvil de color oscuro con el número de patente francesa AA 013 AA. Y después de llegar a destino subimos hasta donde el habitaba algunas veces o las ocasiones en las que no le tocaba quedarse en la universidad.

—Fue terrible lo ocurrido en la universidad.—pronunció Bastian.

—Lo fue.—enunció Richard apretando los labios. Luego, tomó las manos de Bastián y acercándose ligeramente a sus labios los beso con tanta ternura que Bastián no lo esperaba.

—¿Y eso?—pronunció el muchacho sorprendido.

—No puedo siquiera imaginar lo que sería haberte perdido, no puedo perderte.—eximió Richard de quién empezaron a caer lagrimas por su rostro.

—No vas a perderme.—sentenció Bastian apoyando su cabeza en el hombro del chico.

Mientras tanto en las calles, Malena conducía de regreso a la universidad, después de haberse enterado de los sucesos atroces que habían pasado en el establecimiento educativo. Un último mensaje fue enviado desde su teléfono móvil para Sylvie Morel: "Estoy preocupada por ti, voy de regreso, te amo".

La mujer presionó con fuerza el acelerador del coche, sabiendo que por lluvia debía reducir la velocidad, Malena había cometido una infracción grave, pero no le importaba, aunque ahora tendría problemas peores, quizá si hubiera ido más despacio hubiese evitado lo inevitable. Una luz roja en el tablero del auto se encendió y emitía un pitido que indicaba que algo estaba fallando. Malena no sé dió cuenta hasta que ante un semáforo quiso presionar el pedal de freno, el mismo no funcionaba.

PsychopathWhere stories live. Discover now