♤67♤SUCESOS TRASCENDENTALES

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Sucesos entre los
años 11-12.
10Ka, 50Ma.
Jadre.

El castillo tenía muchas zonas que se prestaban a la meditación. Además de los jardines exteriores, había un sitio especial que los cortesanos respetaban y era prohibido para otro miembro ajeno al clan: El criadero de Búhos.

En mis estudios había aprendido el sistema de reproducción de nuestro animal sagrado, así como su carácter, su estilo de vida en palacio y su capacidad de conectar con el clan Daynon desde eras remotas, cuando nuestra gente no era más que un grupo que residía en Bajo Mundo. Los búhos podían ayudar a los daynonianos a concretar sus emociones, separarlas como si fueran objetos en un mantel y guiarlos para que escogieran las adecuadas según necesitacen.

Por este motivo mi evolución en el entrenamiento con Akenatem había tardado años, de haber contado con un ejemplar alado todo hubiese sido más sencillo. No había problema en llegar al criadero del castillo y encontrar un búho que conectara conmigo, el gran problema era que ya yo tenía uno: Órga. Y la voz de que la princesa tenía una conexión con un búho que se había quedado en la Tierra se extendió rápido por cada rincón de Jadre.

Me pasaba exactamente lo mismo que a Eskandar: ambos teníamos un compromiso establecido con nuestros animales que se habían quedado atrás, un vínculo que solo la muerte de uno de los integrantes podía romper. A la fecha, el árabe seguía extrañando a su caballo, Perseo, asegurando que tarde o temprano iría a buscarlo. Y yo, yo sentía la ausencia de Órga y el resentimiento conmigo misma de no poder hacer nada. Me hubiese encantado ir a la Tierra a traerla pero eso era imposible de momento.

Así que mientras, debía conformarme con ir al criadero y meditar entre los búhos que habían crecido en palacio. Era un sitio absolutamente hermoso. La entrada daba la impresión de sumergirte en una cueva, pero en realidad, era un espacio abierto con raíces y árboles colgando de las paredes. Allá en su límite más extremo, la libertad sin barreras se extendía por los aires; no había pared, muro o advertencia, tan solo un terminado abrupto del criadero contra el vacío peligroso de las alturas.

Como dije, absolutamente hermoso.

En el centro del criadero se levantaba una columna de hormigón, que resguardaba los nidos de las aves, cada hueco regular para cada nido. Los búhos se posaban en las esquinas, o volaban a las afueras hasta las Zonas Vírgenes. El sonido de sus gargantas era exquisito, y el ululeo que emitían al caer la noche, batiendo sus alas a la vez que sus ojos dorados resplandecían con las estrellas, resultaba magnífico. Me llenaba de una sensación tan plena que solo podía sentir que estaba en el hogar. La perfección hubiese incluido a Órga.

Yo acudía cuando tenía un corto tiempo de meditación ante una decisión importante. Como los destroyadores nos habían saqueado, y el oro de Jadre se limitaba al que guardaban los ricos terratenientes y nobles en sus propios hogares, la Corona había tenido que acceder al respaldo que guardaba en Korbe para sustentarse además de los impuestos. Las labores de los junos se habían triplicado para producir más y exportar al por mayor las cosechas. Los inadaptados de Territorio Infame estaban dando algunos problemas por el apremio en el trabajo, pero como Kilian aumentó la recompensa de vino, no se levantaron revueltas.

Allí entre la paz del criadero, recordé cuando había convocado a Mateo Alonso para una reunión privada conmigo y con Ret Lee. Mi amigo árabe me seguía importando a pesar de que los deberes de emperatriz me exprimieran como una pasa dejándome apenas sin espacios para otras tareas. Mi memoria de la conversación que tuvimos es parcial:

—¿Y yo qué ganó con eso?

Me mostré serena ante sus requerimientos, era Mateo, estaba preparada para lidiar con él.

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