7- M I N E

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Cuando tenia 12 años Naseer vivió una de las peores etapas de su vida, su familia estaba en ruinas, la pobreza era algo que llenaba su entorno, el loco de su padre seguía esperanzado en aquella empresa que estuvo en banca rota hace años y si no era poco perdieron a su hermano mayor en un accidente.

Todo había caído en ellos como una tormenta de mala muerte, pronto la inocencia se perdió y lo único que busco fue una forma de aliviar su situación, ni siquiera pensaba en mejorarla porque era imposible algo como eso, lo único que quería era traer algo de pan a su familia.

Y por ello se metió en cosas que hubiese deseado no haber tocado.

Todo comenzó con algo que le gustaba, algo que le apasionaba y lo hacía feliz, pero se tornó en algo oscuro, algo ilegal y posteriormente en algo mucho más peligroso de lo que su pequeño yo pensó.

De peleas de boxeo ilegales a ser el hombre más importante e influyente de su país...

Un gran cambio cabía decir.

(...)

Naseer se despertó agitado aquella mañana, sintiendo un sudor frío recorrer su frente y nuca, había vuelto a soñar con ese suceso... no, había vuelto a recordarlo, aquello que pasó con su hermano hace más de 15 años.

Se sentó en su cama aún algo agitado respirando hondamente, miró el reloj de mesilla a un lado de su almohada notando que no había dormido ni 4 horas completas. Tras ello miro sus manos que picaban como si esperase que algo fuese tomado por ellas, las heridas que las decoraban le parecieron lo más horrible y feo que jamás hubo, cicatrices, moretones, raspones... eran asquerosos.

Aún eso utilizo esas mismas manos alzandolas a su cara y como todas las mañanas pedía perdón y agradecía a Allah por lo bueno y lo malo.

Se levantó de su cama y camino hacia la ducha para refrescarse después de esas horribles 4 horas de supuesto descanso.

Pensar en ese suceso hacia que su humor estuviese en el suelo, y con ello no podía evitar pensar en todo lo malo que había en su vida, en unas horas estaría encerrado en ese maldito despacho, leyendo y haciendo formularios como un esclavo, luego tendría que ocuparse del bastardo de Ervin y su grupo de malnacidos y como si era poco...

—No puedo ir a Omsk y dejar a Azra sola.

Sobre todo después del suceso de ayer, Ervin ya sabía de ella y como no, la utilizaría en su contra y era lo que más temía Naseer, si algo era su punto débil era su familia, todos lo sabían pero nadie se atrevía a utilizarlo en su contra. Sólo Ervin se atrevería a hacerlo...

Si dejaba a Azra aquí estaría sola e indefensa, no podría protegerla en caso de que algo suceda, si la llevaba consigo a Omsk tendría que ver el lugar en el que realmente trabajaba, y era lo último que quería enseñarla, pero por lo menos estaría con ella, tendría un ojo puesto sobre ella y lo más importante, nadie se atrevería a tocarla.

Salió de la ducha con una toalla cubriendo su cintura para abajo y otra en su cabello empapado. Seguía pensando en lo que haría cuando noto dos piececitos en su campo de visión. Alzo la mirada desde los pequeños pies de azra pasando por aquella abaya de tela simple que utilizaba para estar por casa hasta su rostro al descubierto mostrando unas mejillas sonrojadas y sus ojitos temblando ante la desnudez de su cuerpo.

—Perdón —se volteo con rapidez dándole la espalda mientras Naseer sin saber que hacer se había quedado empanado ante la vista que había tenido, su rostro era bello, hermoso, le encantaría mirarlo por el resto de su vida —Yo... solo vine a... decirte...

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