8: Recuerdos.

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Lindsay.

Los dolores menstruales terminaron convirtiéndose en fiebre. Y la fiebre terminó siendo un síntoma de la gripe. Curioso.

-No, cariño, no puedes ir a clases. – sentencia mamá, pasando una mano por mi frente.

-Acabas de decir que la fiebre está bajando.

-No significa que no estés enferma.

Lo sé de sobra. Lo que no sé es cómo voy a hacer llegar... la carta. No es imperioso, pero quiero que la lea. No quiero que piense que no he respondido. Ignorar una carta es imperdonable, porque nadie nunca escribe cartas.

Nadie nunca me escribe cartas a mí, aunque sean tontas.

-Debo ir a clases, mamá. Es época de exámenes.

-Te pondrás al día luego, eres inteligente. – asegura.

-¿Por qué importa tanto si eres osada? La escuela da igual. – Tommy da vueltas y vueltas en la silla giratoria de mi escritorio.

-La escuela es importante para aprender cosas, Thomas.

-¿Cómo qué, mamá? ¿Ecuaciones? ¿Alguna vez has usado la ecuación cuadrática para algo?

-¿Qué es eso? – pregunta Violett, sentada al borde de mi cama con una muñeca en sus manos.

-Algo muy feo.

Mamá niega con la cabeza, rendida. Creo que en el fondo sabe que jamás logrará que Tommy se interese por aprender de la escuela. Alex al menos lo intentaba, o fingía hacerlo. Jamás se quejó demasiado y sus calificaciones eran regulares y lo siguen siendo.

-Niños, ¿por qué no dejan a su hermana descansar? – les pide mamá con esa forma suya que parece ser gentil y permisiva, pero con las cejas arqueadas y expresión de que lo mejor es obedecerle. -Tiene que recuperarse pronto si quiere volver a dar esos exámenes.

Asiento, sin decir mucho más. Tommy y Violett salen a regañadientes.

-Odio estar enferma.

-Vas a estar bien, hija. – mamá pasa su mano por mi mejilla y sonríe.

-La sopa está casi lista. – mi hermano asoma su cabeza y luego el resto de su cuerpo por el umbral de mi puerta. -Papá dice que faltan cinco minutos y la trae.

Asiento. Mamá me da un último beso en la frente antes de irse diciendo que irá a ayudar a papá.

-¿Cómo te sientes, Se?

Alex se acerca a mí. Me hago a un lado para que se recueste a mi lado.

-Terrible. – admito finalmente.

Es de noche y la luz pequeña de mi mesa de noche está encendida, dejando mi habitación con colores tenues y cálidos.

-Te pasa por no contagiarte la gripe antes. – me dice.

-Si llego enferma a nuestro cumpleaños voy a matarme.

-No exageres.

-No lo hago: en serio me mataré. – hago una pausa y él se queda viendo las fotos que tengo pegadas en la pared junto a mi cama. La mayoría las ha tomado él y me las ha dado, o se las he robado. -Soñamos con cumplir dieciocho toda nuestra vida, Alex.

-Bueno, pero en ese entonces soñabas con una gran fiesta.

-Ahora también lo hago.

Me da una mirada de confusión.

-¿En serio? ¿No se supone que no te gustan las fiestas?

-Ya. – suspiro. -No se cumplen dieciocho todos los días.

El Legado: Amor Antes que Facción II.Where stories live. Discover now