19: A las Seis en el Navy Pier.

163 8 16
                                    

Lucas.

Apenas salgo de casa, me encuentro con el rostro cansado de papá, lo que no es raro considerando que trabaja demasiadas horas con tal de no pasar tiempo con su familia.

Yo haría lo mismo si mi madre no nos tuviera controlados.

-¿Ya te vas al instituto? – me pregunta.

Asiento. Desde la noche del sábado he estado sintiendo que floto por el aire, pero con mis padres necesito ser razonable y compuesto, no puedo dejar que mis sentimientos interfieran en mi día a día o todo se arruinará rápidamente.

-Sí. Estoy esperando a Delilah.

-Bien. – asiente. Observo discretamente las cajas que estaba cargando sobre el auto, probablemente provisiones o materiales, no tengo idea. Tampoco creo que me interese por ahora. -Tu madre me ha dicho que has estado distraído desde ayer. ¿Te ocurre algo?

Internamente me pongo nervioso en seguida, por fuera me mantengo normal.

-No lo sé. He estado durmiendo mal, pero no es nada de lo que preocuparse.

-Hm. Por un momento pensé que esas clases avanzadas te estaban quitando demasiado tiempo.

-No son una prioridad en mi vida. – respondo rápidamente. -Mis prioridades están acá.

Termina de cargar la última caja y se acerca a mí en el borde de la acera, junto al auto.

-No pensaba regañarte por eso, Lucas.

-Ah.

-Creo que es perfectamente natural que las clases avanzadas te demanden tiempo. Después de todo, te han puesto en ellas por una razón.

-No ha sido nada intencional, papá.

-Oye, no soy tu madre. No voy a regañarte por ser más inteligente que el promedio. – me mira como si, al menos por una fracción de segundo, un sentimiento de orgullo pasara por su cabeza. Pero no sé, tal vez me lo he imaginado. -Lo tienes en la sangre, después de todo.

Frunzo el ceño, intentando no ser tan obvio, pero lo cierto es que da igual lo que haga, porque justo en ese momento la puerta se abre y deja salir a Delilah de ella. Tiene la piel pálida y parece molesta con el mundo.

-Buenos días, papá.

-¿Ya se van a clases?

-Sí. – responde ella.

Papá le da una mirada fugaz al auto.

-Les ofrecería llevarlos, pero ya saben cómo son las cosas.

Por un momento nos da una mirada triste, como si en serio lamentara no poder llevarnos en el auto. La verdad es que jamás lo ha hecho. Del, yo y mis hermanos siempre nos hemos movilizado en el autobús porque los autos se asignan a algunos miembros de Abnegación que los necesiten para su trabajo y nada más.

-No te preocupes, el autobús pasa pronto. Llegaremos a tiempo.

-Sí. – murmura y sacude la cabeza. -Buena suerte, Lucas.

En ese momento, me da una palmada rápida en el hombro. Y, al menos por una fracción de segundo, por una milésima de fracción de segundo, alcanzo a ver una mancha que se asoma por debajo de su clavícula, como si se tratase de un lunar negro gigante.

Pero de seguro ha sido mi imaginación.

-¿Qué le picó hoy a papá?

-Ni idea Del. – confieso, caminando a su lado en la calle. -Ni idea.

Lo cierto es que papá es el menor de mis problemas. Aún no hablo con Hannah, porque sinceramente no sé qué decirle. "Besé a la hija de tus enemigos, lo siento" "Vamos a tener que dejarlo todo hasta aquí" "que tengan buena vida".

El Legado: Amor Antes que Facción II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora