Querido amor.

3 1 1
                                    

Las horas pasaron con rapidez. Escuché como las enfermeras salían y entraban a las habitaciones, como entraban a la mía para poner medicamentos en mi suero, el como el doctor Lee me observaba desde la ventana que daba al pasillo inspeccionando que todo estuviera bien.

Ronald y Aarón me visitaron todo el día siguiente. Me preguntaban cómo estaba, incluso Ronald se disculpo conmigo por como me habló hace días. Actúe con normalidad, pero no podía ocultar mi dolor. Al caer la noche mis ojos se llenaban de lágrimas y los medicamentos que me había recetado el Dr. Lee comenzaba a hacer efecto en mi cuerpo. Pronto el dolor abdominal comenzó a aparecer y con ello la sangre también.

Aquella madrugada no dormí, pase gran parte de la noche en cirugía y aunque el doctor insistía en llamar a mi familia no se lo permití. Pronto sería mayor de edad y eso me ayudaba a poder firmar el permiso de cirujía.

No quería que nadie más se enterará, no quería que alguien de mi familia se enterará de que la hija menor de la menor había quedado embarazada y que por un descuido, por una estupidez perdió un hijo. No quería que nadie más que yo supiera de esto y eso fue lo correcto.

Porque a pesar de que estaba internada ninguno de ellos se quedó conmigo en la noche, ninguno de ellos me marco entre la noche para saber cómo estaba. Era mi familia, pero no sé comportaban como tal.

A la mañana siguiente Me termine de alistar, lista para irme a casa. Tomé mis cosas y receta médica. Aurora llegó a las 10 am acompañada de las gemelas, quienes al verme saltaron y corrieron a mis brazos.

El sentir su calor corporal rodear mi cuerpo hizo que el vacío que se había formado en mi interior se intensificaba. Pero lo oculte mientras las abrazaba con fuerza y las besaba y decía cuánto las quería.

Aquella tarde me la pasé en casa de Aarón, lo cual no fue ninguna molestia para mi hermano y mucho menos para Aurora, debido a que me quedaría a cuidarlas ellos dos pasarían tiempo juntos y aunque sabía a la perfección que mi cuerpo no se encontraba apto para cuidar a las pequeñas lo termine haciendo. Sí, era una tonta, pero por lo menos esto mantendría ocupada mi mente y dejaría de pensar en lo que acababa de pasar unas pocas horas antes.

Puse los platos sucios en el lavamanos de la cocina de mi hermano, las gemelas se encontraban jugando en la sala al Minecraft mientras escuchaban música de Taylor Swift.

Terminé de lavar los platos y mientras los ponía en sus lugares, el timbre de la casa sonó.

— ¡Yo voy! -gritó Aylin, saltando de uno de los cojines que había puesto en el suelo para jugar con su hermana.

— No, yo voy, cariño -le dije mientras pasaba por la sala con rapidez secando mis manos en el mandil de la cocina que estaba utilizando en la cual se encontraba dibujado el cuerpo de una mujer en bikini.

No estaba segura de quién era la persona que estaba afuera. No era mi hermano Aarón ni su esposa, ellos tenían las llaves de la casa y aunque por un instante creí que me encontraría con Ronald. En serio, rece porque fuera él.

Pero al abrir la puerta me encontré con un chico algo joven. Sostenía en sus manos un enorme ramo de rosas rojas formando un corazón y en medio de ellas se encontraba una carta negra.

— Buenas tardes, la señorita -saludó el chico mientras leía en una especie de tableta un nombre— Alice Guillieta -añadió pronunciando a la perfección mi apellido.

— Sí, soy yo -dije algo confundida. No entendía que era lo que estaba pasando incluso después de que el chico me entregara el ramo en mis manos.

— Esto es para usted, me puede firmar de recibido por favor, gracias, que pase un buen día. -dijo con rapidez después de que le firmara para luego subirse a una camioneta Peugeot color vino en la cual en una de sus puertas se mostraba el logo de una florería local y debajo de ella un "Envía flores en línea".

No te enamores. Solo tu puedes romper mi corazón. [Secuela de DNAC]Where stories live. Discover now