CAPITULO 13

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OLIVIA

Libertad y felicidad fueron dos palabras que no creí que llegaría a disfrutar y si pudiera agregar otra sería el amor. Llegue a pensar que el tiempo que Alice estaría en el pueblo sería el único momento en el que disfrutaría del amor, pero la vida da muchas vueltas y la mía dio un giro de ciento ochenta grados.

Mudarme a Nueva York fue lo mejor que me pudo pasar, al principio fue difícil por supuesto, el adaptarme a una ciudad tan enorme, el bullicio en las calles, una nueva ciudad muy diferente. El hecho de vivir con Alice fue otra de las cosas difíciles no lo voy a negar, nos costó acoplarnos a nuestra rutina, pero con el tiempo agarramos el ritmo.

Los primeros días nos dedicamos a comprar todo lo necesario para el apartamento y lo que necesitaríamos en la universidad, el señor Young me regaló un teléfono y una computadora, aunque intente negarme me dijo que lo tomara más como una inversión, porque el siempre creyó en mí y en mis capacidades como futura abogada.

Cuando Alice y yo estábamos solas, no sabía exactamente cómo comportarme con ella, tampoco es que hubiéramos definido lo nuestro, aunque ella me trataba como si fuera su novia, las primeras noches cada una dormía en su propia habitación, pero después de dos semanas me atreví a preguntarle si podía dormir con ella, a veces me despertaba a media noche por alguna pesadilla y no me gustaba sentirme sola. Ella no lo dudo al decirme que sí. Y así lo hicimos desde entonces, excepto por las veces en las que nos enojábamos con la otra, aunque a mitad de la noche una de las dos iba a la cama de la otra, no podíamos estar sin la otra.

La primera pelea que tuvimos fue un año después, con Alice siempre tratamos lo nuestro con discreción, no por miedo a las críticas, simplemente queríamos lo nuestro solo para nosotras, aparte de que nunca lo habíamos definido y eso me hizo sentir mal en nuestra primera discusión de verdad, las demás habían sido cosas sin sentido.

Estaba saliendo de clases y me dirigía al estacionamiento donde Alice siempre me esperaba. Me sentía feliz cada vez que iba a ver a Alice, a pesar de que la miraba todos los días, pero las horas en las que no estábamos cerca la echaba de menos. Al salir, mire el auto de Alice, ella se encontraba apoyada en el auto, se veía tan jodidamente sexy. Alzo la cabeza, me miro y me sonrió saludando con la mano, le sonreí de vuelta, pero mi sonrisa se esfumó cuando una chica morena y de pelo rizado pasó corriendo por mi lado y se lanzó en los brazos de Alice enrollando las piernas en su cintura.

- ¡Ally! –gritó emocionada –te he echado de menos –le dio un beso en cada mejilla.

-Leah –dijo Alice y volteo a verme sin saber qué hacer.

Seguí mi camino, pasé por su lado sin decir nada, la otra chica no la soltó cuando intentó quitarla. Apresuré el paso y salí a buscar un taxi, escuche que Alice me llamó, pero no me importo y subí en el taxi. Me sentía, triste, traicionada y furiosa. Siempre había chicas que le hablaban a Alice, pero nunca me sentí así, como al verla con esta otra chica.

Llegué al apartamento, me encerré en mi cuarto y puse el seguro. No quería ver a Alice en estos momentos porque no sabía que cosas podría decir, me sentía demasiado enojada, aunque no debería, Alice y yo al final de todo solo vivíamos juntas, no teníamos una relación, no habíamos establecido que podíamos o no hacer, pero estaba segura de que no quería compartirla con nadie.

Alice llegó media hora después, toco a mi puerta, pero la ignoré, tenía miedo a que dijera algo que no podía soportar.

-Olivia... -hablo del otro lado –abre, hablemos.

-Está bien –respondí –no tienes que explicarme nada –no tenía ese derecho.

-Si tengo que, así que abre, déjame hablar –soltó un suspiro, podía ver su sombra debajo de la mesa.

NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora