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Parecía que la suerte de Jimin estaba regresando después de creerla perdida aquella ajetreada mañana en la que Min YoonGi se vio involucrado.

La práctica del día fue cancelada por cuestiones de mantenimiento del salón de baile, por lo que obtuvo un merecido descanso y pudo dormir unas cuantas horas más esa mañana.

Después, recibió la calificación del examen que presentó un día antes, en el cual consiguió una excelente nota junto a una felicitación de su profesora.

Para Jimin no había nada mejor que obtener el resultado que deseaba luego de haber puesto tanto empeño en ello.

Mientras caminaba a su auto (el cual para su fortuna ya había sido arreglado por su padre) se imaginaba a sí mismo envuelto en su cálida y cómoda cobija que lo abrigaría en la larga siesta que planeaba tomar en cuanto llegara a casa. Ansiaba recuperar las horas de sueño que había perdido durante esa semana, ya que tuvo que mantenerse despierto hasta tarde varias noches debido a sus deberes escolares.

Al llegar al estacionamiento pudo visualizar su auto a la distancia, detuvo sus pasos al notar que había una persona recargada contra la puerta del piloto.

Era increíble la poca duración de la suerte de Jimin, la cual sentía desvanecerse en cuanto sus ojos enfocaban esa sonrisita cizañosa del mejor pitcher de su universidad.

  — Hey. — lo saludó YoonGi.

Jimin inhaló y exhaló profundamente, contó hasta tres en su mente y retomó sus pasos.

Ver a Min YoonGi nunca significaban buenas noticias, pero no iba a permitir que arruinara su buen humor (como siempre), no cuando había tenido un día perfecto.

  — ¿Se te ofrece algo? — preguntó intentando sonar amable, pero estaba tan acostumbrado a estar a la defensiva frente al beisbolista que su tono de voz delató lo poco contento que estaba de verlo.

  — Primero que nada, buenas tardes. — contestó entre una leve risa, metiendo sus manos al bolsillo frontal de su sudadera. — Y sí, sí me ofrece algo. Quiero pedirte un favor.

La declaración del pelinegro tomó por sorpresa a Jimin, tanto que incluso miró a sus alrededores para asegurarse de que sus palabras iban dirigidas a él.

  — Tú… ¿Quieres pedirme un favor? 

  — Yo sé que tú preferirías caer muerto antes que pedirme un favor a mí, pero yo no tengo ni el corazón ni la cabeza tan dura.

  — No puedes evitar ser pasivo-agresivo ¿verdad? — bufó Jimin, comenzando a buscar las llaves del auto en su mochila. — Y para que lo sepas, no planeo hacerte ningún favor.

  — Oh, vamos. Ni siquiera has escuchado lo que quiero pedirte. — se quejó YoonGi.

Jimin volvió a mirarlo, por su ceño fruncido y la posición en la que estaba recargado en su auto supo que YoonGi no tenía intenciones de dejarlo irse.

Retomó su plan inicial de mantener la calma (sobre todo la paciencia), escucharía lo que tenía que decir y después de rechazarlo lo más cortésmente posible se iría a casa a dormir.

  — Bien, habla. — dijo Jimin y YoonGi sonrió complacido.

  — Un pajarito me dijo que eres muy bueno en química ¿es cierto?

  — ¿Ese "pajarito" es JungKook? — preguntó con sospecha. Estaba al tanto de que su amigo se había vuelto un tanto cercano a YoonGi.

  — TaeHyung, más bien.

Jimin no pudo evitar sorprenderse un poco, un vestigio de orgullo hacia sí mismo se encendió dentro de sí al enterarse que había sido reconocido como alguien bueno en su área por un alumno mayor, quien en realidad no era "cualquier" alumno, sino uno de los mejores de su facultad.

I DON'T DANCE! «YoonMin»Where stories live. Discover now