One shots → ParkHara/HaraPark

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Dónde Miguel quiere hacer algo para agradecer a Peter por los cuidados mientras estaba enfermo: Capitulo 1.

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Habían pasado ya varias semanas desde que Benjamin lo cuido en cama, decir que estaba nervioso por cualquier acercamiento del mayor era poco, siempre sentía mucho calor, llego a pensar que aún se hallaba enfermo. Y claro que lo estaba, enfermo de empalagoso amor.

Ni siquiera Lyla lo puede creer, aunque resulta divertido ver como Miguel lo niega, al mismo tiempo es algo tierno verlo sonreir a la nada cuando Peter le lleva pequeños detalles, sean comida, palabras de animo, o si sólo existe, con algo tan simple como eso el irlandés suspira cual colegiala en su primer amor. Lo asusta un poco pero no quiere dejarse llevar por el miedo.

— ¿Y bien? — Pregunta mostrándole a Lyla un ramo de hermosos tulipanes rojos. — ¿Demasiado, es demasiado? — Vuelve a preguntar con inseguridad.

— ¡No, no, no! — Se apresura a decir. — Solo creo que para un agradecimiento tal vez una carta estaría mejor. —

O'Hara frunce el entrecejo, una carta era muy poco, si iba a darle las gracias lo haría de la mejor manera; no con un pedazo de papel, eso puede hacerlo cualquiera y aunque sí estuvo en sus planes considera que su Peter merece algo más que solo palabras bonitas, si no también acciones que lo demuestren.

— ¡En lo absoluto! — Exclama a nada de hacer un puchero en sus labios, eligió los tulipanes más lindos por algo y de todas consideraba que no era suficiente para dar las gracias y hacer saber sus sentimientos.

— Bueno, bueno, solo estaba diciendo...— Y las palabras quedaron a medias cuando el susodicho entra a la habitación, Lyla lo dejo solo y Miguel casi pega el grito en el cielo cuando fue dejado a su suerte, a duras penas guarda el ramo tras su ancha espalda.

— Hey grandote, ¿Cómo va todo? — Pregunta el castaño con total calma, cuando ve la posición del más alto se extraña y camina curioso hasta él. — ¿Qué tienes ahí? —

Miguel traga saliva con nerviosismo, estaba muy cerca, maldice en su mente la curiosidad de todos los Peter's en ese lugar.

— Parker... — Ahora le prestaba atención, esos avellana lo veían con paciencia. Lo detalla en silencio, algunas canas que empezaban a salir, era un recordatorio de que la edad no espera a nadie, las patas de gallo en los costados de sus ojos, esos mismos que se achinaban cuando reía, el tabique torcido pero que poco le importaba, el arco de cupido antes de bajar a sus labios que lo llaman en silencio.

— ¿Migs? — Y ese apodo al que comenzaba a acostumbrarse con el pasar del tiempo.

— ¿De que hablabamos? — Hay una risa de por medio antes de que el castaño responda.

— De lo que tienes atrás de ti, ¿Me dirás o es secreto? — Miguel niega, secreto era lo que siente en su pecho ante tanta cercanía.

— Yo tengo esto. — Poco a poco deja ver las flores, Peter se sorprende y razones tiene, el gran ramo de flores que no reconoce. — Son tulipanes. —

Se apresura a decir ante cara confusa.

— Oh, Miguel el casanova, ¿Quién es la afortunada? —

Niega con lentitud.

— Afortunado. — Corrige sin apartar la mirada de Peter, tratando de hacerle entender en ese acto que se refiere a él. Únicamente a Benjamín, que se sonroja en medio de su silencio. — Quería agradecerte por cuidarme aquella vez. —

No sabe qué responder, ¿No es demasiado para un simple "gracias"? Pero algo en interior se remueve con calidez ante el gesto. Abochornado toma el ramo que le cubre la mitad del rostro, cree que está del mismo color que esos ¿Tulipanes? Es como los había llamado el moreno.

— Ah... Y-yo en verdad no sé qué decir, son muy preciosas. —

Una sonrisa tira de los labios de Miguel, con eso es suficiente para que Peter sienta el corazón latir con mucha más rapidez.

— Dicen que los tulipanes rojos siempre dirán lo que la boca no puede. — Habla recordando lo que el vendedor le explicó mientras las compraba.

Un silencio invade las instalaciones. Parker no sabe qué decir, su boca quiere hablar pero no conecta con su cerebro y solo balbucea.

Miguel nota eso, la pena del rechazo se planta en su corazón pero de todas formas quiere hacerlo mejor que eso.

— Peter yo... Desde ese día me siento tan raro contigo. — Sus manos se movieron articulando a la nada. — Soy pésimo para esto, muy pésimo. —

Peter ríe y cree que eso es adorable, quiere seguir escuchando, tiene un presentimiento agradable.

— Solo se que esas flores las compré para ti, para el único que está en mi mente todo el día; no tengo idea de como decirtelo pero... ¿Cómo se pueden sentir tantas cosas en tan poco tiempo? — Se ríe con nerviosismo, declararse era más complicado de lo que esperaba. — Siento que florezco a tu lado, cuando estas lejos me siento fallecer, es... es raro pero es así, y estos tulipanes son solo una pequeña muestra de mis sentimientos por ti, no tienes que corresponder el solo que si no lo digo me da la impresión de que voy a estallar de amor. — Respira un poco. — De amor por ti. —

En este punto Benjamin tiene la cara metida entre los pétalos, es la primera vez que alguien le dice cosas tan lindas en una confesión, en realidad, es la primera vez que alguien se le dedica y Dios, las palabras las tiene atrancadas en la garganta.

— Santo cielo Miguel. — Murmura. — Me vas a matar. —

Finalmente lo mira, un brillo en esos ojos que tanto adora.

— Me siento raro por no traerte algo también... Eso fue tan encantador. — Miguel está confundido, ¿Era una manera amable de rechazarlo. — También me gustas desde ese día, solo no creí que sería mutuo y tuve miedo de que fuera unilateral... —

Quiso decir algo más pero los labios en su boca lo impidieron, era un beso con ansia y anhelo, estaban aplastando las flores pero estaba bien. Ahora todo lo estaba, ambos eran correspondidos por el otro, se separan, Miguel le rodea el rostro con las palmas con tanto cuidado, como si fuera a romperse.

Nadie nunca lo vio con tanta adoración, ninguna de las anteriores personas era quien estaba en frente.

Y Miguel solo piensa que en ese universo, Benjamín puede hacer lo que quiera con él.

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Que lindo el amor, verdad?