Capítulo 36

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Una vez más...

- No necesitas estar como muégano conmigo. – dice entre dientes cuando lo siente poner una mano en su espalda baja.

- Bueno, no pensaba que habría tantas personas en la cena. – observa su alrededor.

- Tampoco yo – dice sincera – pero no es como para que estés encima de mí.

- ¡Claro que lo es! no es seguro que estés sola entre tanta gente. – justifica.

Ella sabía perfectamente que esa era sola una excusa, sus razones para estar pegado a ella eran otras.

Maldito celoso y territorial... ¡cómo me encanta!

La justificación que recibió por parte del moreno le causó gracia y soltó una risita tímida. Le cena y la convivencia con el resto de personas fue amena, realmente sirvió para que se distrajeran, ni la presencia de Donato los alteró.

El hombre de mediana edad hasta el día de hoy no había convivido de cerca con la pelirroja, se notaba que la evitaba a toda cosa.

Quizás no le agrada mi presencia, le da vergüenza verme después de haber fallado olímpicamente en mi juicio...

Eran miles de razones las que encontraba respecto a su lejanía, pero no le importaba, mientras no le causara ningún problema y se mantuviera lejos de ella, estaba bien.

Después de la cena, aprovecharon que esta se llevó a cabo en el mismo hotel en el que se hospedaban para pasarse al bar. Estaban tan tranquilos ellos dos, disfrutando de la compañía del otro que ni siquiera se percataron que ya todos se habían marchado, unas cuantas copas de vino y unos vasos de whisky fueron suficiente para que relajaran todo el cuerpo y la mente.

- Ay, estoy algo mareada. – ríe sosteniéndose la cabeza mientras salía del elevador.

- Bueno es que tomaste más que de costumbre. – la toma de la cintura y el antebrazo al verla tambalear.

- Un poco sí... - ríe.

Entre risas y tropiezos, logran llegar a su habitación de hotel. Se detienen cerca de la cama y el moreno la ayuda a sentarse, no es que estuviera alcoholizada al extremo de no poder valerse por sí misma, pero por la condición de su salud, el alcohol le provocaba muchos mareos.

- Déjame te ayudo. – se hinca para quitarle los tacones – No, no, no te levantes.

Sus ojos se abrieron como dos platos y retuvo todo el aire que le fue posible al ver como la pelirroja se había puesto de pie a la par que se giraba en su propio eje. Marcia se había parado dándole la espalda dejando a la vista y muy cerca del rostro sus firmes glúteos.

- ¿Me ayudas otra vez con el cierre? – le pidió mientras se hacía para un lado su cabello.

Esteban soltó todo el aire que estaba conteniendo y trago saliva para después ponerse de pie, con toda su fuerza de voluntad tomo la slider del cierre y comenzó a bajarlo, descubriendo poco a poco la espalda de la abogada, pero parecía que la suerte no estaba de su lado porque como si de un reto se tratara, la pelirroja tambaleo inclinándose hacia delante pegando accidentalmente sus nalgas a las caderas del empresario quien por instinto la sujetó de las caderas; ese incidente ocasiono que Esteban soltara un gruñido y Marcia ahogara un gemido al sentir el roce de la intimidad del moreno.

- Perdón – inmediatamente se endereza.

- ¿Estas bien? – pregunta sin soltarla.

- Mmmh – siente con la cabeza.

Un silencio se comenzó a formar, estaban en la misma posición, sus caderas seguían pegadas a la pelvis del empresario.

Está bajo los efectos del alcohol, no seas animal.

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