Miranda de(s)amor y venganza.

De regreso al pasado

La ciudad de Víctor Valente era pequeña y relativamente nueva, era un paraje sin uso por varios kilómetros cerca del río de ambos lados. Llamada así por el primer hombre que peleó por ese lugar, aseguró el río, construyó caminos y puentes, y de a poco fue llevando familias a vivir allí, desterrados en su mayoría de países en guerra continua.

Si bien al pasar los años se fueron acercando más personas y de diferentes poderes adquisitivos viendo allí la oportunidad de una vida tranquila, la unidad que aquel primer hombre cosechó, no duró más de cinco décadas.

El "Barrio Bajo" estaba ubicado al este, estaban más cerca de la próxima ciudad. Allí se encontraban las personas de bajos recursos, casas más precarias; allí vivía Mario.

Si bien el barrio bajo tenía cerca de cincuenta años, la ciudad entera tenía unos cien años. Entre las familias que allí vivían, la familia Valdez era una más del montón, hasta que un día, Esteban encontró la forma de entrar más dinero en la casa, estaba cansado de trabajar día y noche y no tener para lo básico.

Eran cuatro hermanos: Mario, Camilo, Lucía y Daniel. Esteban y Mariana no podían con todo, ambos trabajaban y cuidaban de los niños. Pero un día, el padre de familia recibió una propuesta, tenía que mover droga de un lado del puente al otro.

Siguiente al Barrio, al lado del río estaban las casas más grandes, eran simples y de gente trabajadora, pero de materiales más resistentes. Los del Barrio Bajo soñaban con una casa en la villa.

En la Villa del Río, había escuelas y hospitales, oficinas públicas para la gente y algunos centros de entretenimiento. Todos los del Barrio habían estado alguna vez en la Villa, sin embargo, Esteban no conocía a nadie que haya ido más allá del puente.

El negocio era básicamente usar Valente como paso de tráfico, desde la ciudad del Oeste (que es donde estaba el puerto que daba salida hacia el mar, por lo tanto, le daba entrada a droga y contrabando de mercadería que no había en el país), y pasarla hacia la ciudad del Este, donde había gente esperando para seguir con el plan.

La Ciudad Valente era grande, el puente que cruzaba el río tenía peaje y casi nadie tenía excusas para ir al otro lado salvo para trabajar.

Esteban fue hasta la Villa la mañana siguiente, como estaba indicado. Vio el auto marcado, encontró las llaves donde le dijeron y se subió. Condujo por la villa hasta el puente, y cruzó.

Al llegar al otro lado vio las casas que allí había y se sorprendió, había edificios, comercios, colegios privados, algunas escuelas públicas. El hospital privado era más grande que el que había en la villa. Y de pronto se vio allí, soñando con una vida para sus hijos.

Vio a Lucía con el uniforme del colegio y charlando con las chicas. Y a los niños yendo a jugar al fútbol en una cancha de verdad. A su esposa comprando lo que necesite en el centro.

El primer trabajo fue fácil a pesar de los nervios y le pagaron muy bien. Se fue haciendo más natural a medida que iba haciendo más trabajos. El miedo se disipó, le traía regalos a su esposa, mejoró aspectos de la casa, y le construyó una habitación para Lucía y otra para Mario que era el mayor, mientras que mejoró la habitación de Camilo y Daniel.

Su vida iba en alza hasta que un día le pidieron que cruzara la frontera de ciudades, el cargamento era de armas y el vehículo un camión de carga, no era tan fácil de ocultarse, y la policía lo agarró a medio camino.

La mafia para la que trabajaba le iba a cobrar ese dinero, debían escapar y fue ahí donde un Mario de catorce años vio como cinco matones entraban a su casa, golpeaban a su padre y él por quererlo defender, mientras abusaban de su madre y amenazaban con hacer lo mismo con su hermana de doce años.

Los pequeños de ocho y seis años estaban encerrados en su cuarto porque su madre les había dicho que se escondieran en el baúl de los juguetes.

Esa noche Esteban Valdez murió por hemorragia interna, su esposa había quedado internada por las heridas provocadas. Lucía había dejado de hablar, ya no quería salir y tenía miedo de todo. Camilo y Daniel quedaron en casa de unos amigos de Mariana, que sin entender nada de lo que pasaba se ofrecieron a cuidar a los niños. Y Mario se despertó en el hospital con la noticia del fallecimiento de su padre.