45|¡Sorpresa!

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45Sorpresa!

|Alexa


—¿Están listas?

Andréi estaba fuera de nuestra habitación esperándonos que nos termináramos de arreglar.

—Si, ven Annika debo ponerte bloqueador—embarré a la niña de la crema de color blanco para que no tuviera quemaduras.

Tomé el bolso, las llaves, el celular y salimos de la habitación. El día de hoy Andréi, Annika y yo iremos a conocer cenotes, son cuevas con un lago dentro y está en medio del bosque, o bueno eso es lo que vimos en las imágenes en Google.

Bajamos por el ascensor y salimos del hotel para subirnos a la camioneta que ya nos estaba esperando. Los señores Moldovan habían contratado todo un equipo de seguridad para ellos y para sus tres hijos, así que ninguno debía manejar o siquiera mirar Google Maps para saber a dónde iríamos, ya que sus guardaespaldas, nos llevaban a todas partes.

El primer cenote al que llegamos fue al "Gran Cenote", este lugar parecía sacado de cuento. Al entrar encontrábamos baños para poder ducharnos antes de ir al agua, también un vasto jardín donde sentarnos y tomarnos fotos, bajamos por las escaleras que no llevaba al cenote y...

—Wow.

Creo que jamás dejaré de decir eso en mi estadía en este lugar.

Al lado del cenote había una pequeña cabina en donde podíamos rentar chalecos salvavidas, equipo para hacer snorkel y también unos lockers para guardar nuestras pertenencias.

—¿Crees que deba rentar un chaleco para Annika?—le pregunté a Andréi mientras guardamos nuestra ropa y bolsos en el locker.

—Annika es experta nadando, Alex, pero si te sientes más tranquila, adelante.

Decidí hacerlo para nadar con mayor seguridad y no preocuparme por la niña.

El cenote estaba rodeado por una enorme vegetación, con plantas y raíces que cuelgan de los lados. El agua estaba cristalina de un bello color turquesa, y también habían tortugas.

T-O-R-T-U-G-A-S.

Jamás en mi vida había estado tan cerca de una tortuga como hoy.

Pequeñas y bonitas tortuguitas que estaban por todas partes, en las rocas, en las raíces de los árboles y nadando dentro del agua. Les tomé cientos de fotos a ellas y a Annika, también Andréi y yo nos tomamos muchas fotografías que no dude en enviarle a mis amigas y a mi hermano.

Toda la mañana nos la pasamos nadando y sumergiéndonos en este maravilloso lugar, el cenote tenía varias cuevas a su alrededor que daban a otras más grandes y cuando nos sumergimos podíamos ver formaciones rocosas que estaban hasta el fondo.

—Ya tengo hambre—Annika se trepó encima mío mientras tomábamos el sol en el jardín.

—¿Qué hora es?—pregunté sin levantarme, estaba demasiado cómoda.

—Una y media—dijo Andréi.

—¿Hemos estado tres horas aquí?—Creí que solo habían pasado unos minutos—no me quiero ir—abrí los brazos disfrutando del sol y de la suave brisa que golpeaba mi rostro.

—Yo tampoco quisiera irme, pero tenemos hambre—Andréi estaba igual que yo, tirado en el jardín disfrutando del sol.

Me quejé, de verdad no quería irme, pero el dragón que había en mi estomago no me dejaba disfrutar del lugar.

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