22 // Ramé

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Nosotras las madres tenemos el peso del mundo sobre nuestros hombros cuando tratamos de crear alegría y felicidad en casa sin nuestra fuerza espiritual. Si podemos "buscar primeramente el Reino de Dios y Su Justicia", el Señor nos ayudará. Parecerá casi sin esfuerzo mientras su luz brille a través de nosotras.

He tenido días difíciles en casa... ¿Tal vez estoy poniendo mucho esfuerzo que todo salga perfecto? ¿Me exijo demasiado en ser la madre que Kelly necesita? Leah me llama por teléfono en una de mis crisis y me recuerda; en lugar de pensar en cómo resolver los problemas, probar diferentes ideas para mejorar las cosas, simplemente ella me dice:

— Pasa más tiempo en oración privada, lee tu Biblia y deja que Dios se preocupe por todo. Deja todo en sus manos.

Suelto un suspiro desde el otro lado de la bocina.

— Porque si tu hogar va a ser un lugar feliz, en medio de este mundo impío, necesitas la constante fuente de luz que entra por tu alma. Ningún esfuerzo humano hará que funcione. Necesitas a Dios, amiga.

Lágrimas corren por mis mejillas mientras observo como Kelly corre por toda la habitación, aventando pelotas, jalando las muñecas o soltando alaridos al aire.

— ¿Haz abrazado tu Biblia el día de hoy? – me pregunta Leah.

— Supongo que si — respondo confundida.

— No, en serio, abrázala. Léela. Empápate de eso para que tu mente no se viaje a cosas que no son eternas. Recuérdalo.

— Ay, de verdad que eres una gran amiga — lo confieso casi en llanto.

— Para eso son los amigos; en todo tiempo ama al amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano — dijo Leah en un susurro.

— Te quiero — confieso sonriendo entre lágrimas.

— Mamá — gimotea Kelly corriendo hacia mí.

— ¡Ay que tierna! Yo también te quiero amiga — dice Leah.

— Creo que ella también nos quiere — comento en el teléfono mientras Kelly intenta subir a mis hombros.

— ¡Ay sí, amo a tu hija, es una ternura de niña! — exclama Leah.

Reímos. Kelly se ha colgado de mi espalda y yo me levanto con cuidado para cargarla entre mis hombros, ella ríe y dice "más, más" mientras hago simulando un caballito.

— Sólo recuerda también escribir en tu diario devocional, te puedes sorprender de lo que aprendes y de ver tu evolución a partir de que conoces al Señor. — sugiere mi amiga desde el otro lado del teléfono.

— Lo sé, y lo hago casi de a diario.

Cuando nos despedimos y cuelgo, bajo a Kelly y juego con ella a las escondidas por toda la casa. Somos ella, yo y Dios. Con eso soy muy feliz y me basta.

(...)

Unas semanas después, Leah me busco entusiasmada para avisarme que harían una reunión estatal de jóvenes antes del gran retiro anual de jóvenes que hacían en la Iglesia Sede del estado. Sin embargo yo me sentía muy agotada, llena de ojeras y mal humorada, porque Kelly había decidido no dormir durante varias noches. Por alguna razón extraña, la pequeña regordeta de dos años, después de una hora de juego en el parque, la caminata a casa, una ligera cena, un baño caliente y un cuento... persistía en mantenerse despierta y con bastante energía para jugar. Esto estaba fuera de mi control. Estaba llorando cuando recibí la llamada de Leah en medio de la noche; eran las once y media y Kelly tiraba por décima vez la canasta llena de bloques y pelotas.

Una mamá imperfecta amada por un Dios perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora