Capítulo X: Karaoke

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—No creo que sea una buena idea, Emma.

—Sí, lo es. Leí lo mismo en al menos seis revistas, y también en internet. —Emma entrecerró los ojos como para establecer su punto.

—Ponerlo celoso es un poco... No sé, siento que no saldrá bien —negó suavemente.

—Pero qué podemos saber nosotras contra la experiencia de todas las escritoras de consejos amorosos. Ni tú ni yo hemos tenido novios.

—¿Pero sí sentido común? —tosió cuando Emma volvió a entornar los ojos, retándola a que repitiera sus palabras—. Vale, solo no lo hagas sola, ¿sí?

—¡Obvio que no, debo encontrar a un chico!

(T/N) resopló, incrédula. Hablaban en los casilleros principales, cambiándose el calzado. Emma estaba recostada de una columna mientras ella se anudaba las deportivas. Le había contado a Emma que su hermano la obligó a aceptar ir con él a desayunar en un nuevo restaurante familiar, por lo que había decidido ponerse calzado más cómodo, a pesar de que no lucía muy bien con la falda. Emma no sabía que se traían entre ellos, pero le alegraba que Mikey por fin se llevara con personas fuera de su pandilla.

—Yo me refería a que puedo estar contigo o cerca para que no pase nada.

—No va a pasar nada —porfió, alzando la barbilla.

La chica apretó sus labios, dubitativa. Sin embargo, prefirió no insistir por el momento y esperar a haber caminado unas cuantas cuadras más para intentar disuadirla de nuevo. Sin embargo, cuando llegaron a la puerta principal, con los estudiantes saliendo en pequeñas olas de grupos de amigos, (T/N) se percató de alguien conocido y se detuvo por curiosidad.

Era el rubio al que le habían dado la paliza en el parque. Portaba un expresión insegura, paseando la mirada de un sitio a otro hasta que sintió que ella lo observaba.

—¿Lo conoces? —dijo Emma, siguiendo a su amiga cuando decidió acercarse al chico.

—Algo así. —Se encogió de hombros—. Creo que era Takemichi o algo así...

Takemichi parpadeó al verla, posando sus pupilas en Emma, repasándola brevemente para luego desviar la mirada, azorado.

—¿Takemichi?

—¿Eh? —El chico se puso más nervioso cuando tuvo a Emma casi al frente—. ¿Tú eres (T/N)?

—Uhm... ¿Sí? —dudó un instante, cuestionándose cómo era que no la reconocía.

—Vengo a devolverte tu pañuelo —agregó sin ambages—. Eso creo que sería todo.

Takemichi intentó escabullirse, recordando la nota que descubrió sobre su escritorio luego de tener otro de esos lapsos en los que no entendía qué demonios había pasado. A veces pensaba que solo estaba loco, con algún tipo de demencia prematura que le había atrofiado la memoria, pero, aparte de Hina, eran pocos los que mencionaban cambios en su actitud.

—Gracias —balbuceó la chica, sorprendida—. No esperaba tenerlo de vuelta... ¡Oh! ¡Y está planchado!

Takemichi sonrió, incómodo, porque no recordaba haberlo planchado él... De hecho, no estaba seguro de cómo se encendía la plancha que estaba en la casa. Esos últimos días habían sido desastrosos y agradecía haber iniciado un diario que siempre tenía escrito puntos importantes, aunque a él siempre se le olvidaba escribir lo que había hecho.

Sin embargo, se percató de cómo la otra chica lo veía y no pudo más que sentirse emocionado por que una muchacha tan bonita se fijara en él. Por supuesto, Hina era hermosa y aún no entendía cómo era que se había fijado en él, pero la rubia frente a él poseía una belleza más exótica, inalcanzable.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora